Mi chico del autobús
Todas las mañanas tomo el autobús para llegar a la universidad, pero el pasado jueves fue un día realmente especial. Yo iba de pie ya que todos los asientos estaban ocupados. Y de repente lo vi. Ahí estaba el chico más guapo que jamás había conocido: De piel morena, alto, musculoso, con una preciosa melena de pelo negro rizado y unos increíbles ojos azules. Llevaba una mochila en la que pude leer “Gimnasio Curve”. Él se bajó en la siguiente parada y yo seguí en el autobús hasta la universidad.
No pude dejar de pensar en el chico del autobús en toda la mañana. A la tarde, decidí acercarme al Gimnasio Curve esperando que allí pudiesen decirme algo de él. Pero fue muchísimo mejor: Nada más entrar por la puerta allí estaba él. Fingí estar interesada en comenzar con un entrenamiento personal con el fin de mejorar mi condición física. Me dijo que podíamos empezar en ese mismo instante. Pasamos horas juntos, haciendo pesas, abdominales y otros ejercicios. A la hora del cierre, me dijo que si podía quedarme un rato más para terminar el entrenamiento de ese día. Sin dudarlo, le dije que sí. Y ahí empezó todo.
Nada más entrar por la puerta allí estaba él. Fingí estar interesada en comenzar con un entrenamiento personal con el fin de mejorar mi condición física.
Fue en la barra de estiramientos donde nos dimos el primer beso. Fue tímido al principio, pero poco a poco se fue haciendo más pasional, yo me estaba excitando y el también. Cuando quise darme cuenta, el chico del autobús se había colocado tras de mí y estaba restregando su pene erecto en mis nalgas. Yo no tuve que hacer nada. El me arrancó los pantalones y las bragas, me obligó a abrir las piernas y besó mi sexo con un descontrol absoluto. Yo cada vez estaba más mojada. No podía aguantar ni un segundo más a que me penetrara. Pero él quería hacerme esperar.
Finalmente, con un brusco empujón me dio la vuelta y me obligó a introducir su pene en mi boca mientras él me acariciaba los pechos. Me estaba volviendo loca de placer. Cuando los dos estábamos suficientemente excitados, él me llevó hasta la bicicleta estática, me sentó en ella y me penetró por detrás con fuerza. La noche no pudo ser mejor. Hicimos el amor sobre el suelo, sobre la mesa de ping-pong e incluso en la sauna. Él siempre llevaba la iniciativa y eso a mi me gustaba, él decidía donde y cómo hacerlo y yo simplemente me dejaba llevar. Ni siquiera soy capaz de recordar las veces que alcancé el clímax con el chico del autobús.
Una vez terminamos, no nos hizo falta hablar nada. Recogí mis cosas y me marché a casa. Desde entonces no he vuelto a saber de él, pero para mí siempre será mi chico del autobús.
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Un comentario
Que lindo sería….