¿Cuán excitante es el sexo en la ducha después del gym ?
No es la primera vez que nos quedamos dormidos después de tener sexo en la ducha o fuera de ella con mi novia. Esa tarde yo me fui a jugar al fútbol con mis colegas y ella a hacer spinning al gimnasio. Esta vez acabé yo antes que ella así que la espere en la salida del gimnasio para volver a casa a darnos una ducha.
Cuando salió de allí yo estaba sentado en el suelo con la cabeza apoyada sobre la pared, sudoroso y cansado, pero ella estaba aun peor, le caía sudor por todas partes, la toalla ya no era suficiente para secarse. Daba mucho morbo verla así, con ropa de deporte, sudada y colorada de haberse esforzado mucho. Cuando me miró me mordí el labio, fue instintivo, y ella se echó a reír.
Tras unas indirectas, giró la cabeza y con sus labios rozando mi oreja me dijo: “¿En la cama o en la ducha?”
Hoy no nos habíamos traído el coche así que nos tocaba ir a casa andando. Los dos nos dábamos asco en ese momento porque estábamos llenos de sudor y calientes, pero nos cogimos de la cintura porque teníamos ganas de sexo y para hablar con un tono de voz bajo, pues los dos teníamos las mismas intenciones. Tras unas indirectas, giró la cabeza y con sus labios rozando mi oreja me dijo: “¿En la cama o en la ducha?”. Le respondí eligiendo la segunda opción.
Cuando llegamos a casa era tal el calentón que teníamos que no nos dio ni tiempo a llegar a la ducha. Fue cuestión de segundos que soltáramos las mochilas y nos pusiéramos a follar en la cama, chorreando de sudor. Ella estaba muy excitada, mucho más que yo, así que empezó chupándome la polla mientras yo le comía el coño, en resumen, empezamos haciendo el 69. Alcanzando ya su primer orgasmo la tumbé en la cama y la penetré. Los muelles de la cama chirriaban al son de sus orgasmos y la cabecera se movía al son de mi pelvis. Era tal la cantidad de sudor que teñía las sábanas de la cama que decidimos terminar en la ducha.
La apontoqué en la pared mientras ella cogió el bote de aceite y se lo estrujó por los pechos
El agua, bien fría, daba la sensación de que se evaporaba al caernos. La apontoqué en la pared mientras ella cogió el bote de aceite y se lo estrujó por los pechos dejándolo llegar hasta la punta de sus pies. Eso ya fue el culmen, me excité tanto y la penetré tan fuerte que nos corrimos los dos en el mismo instante. Descomunal, no hay otra palabra. Nuestros cuerpos flojearon cual gelatina y nos quedamos planchados en la ducha los dos. Cortamos el agua y en cuestión de minutos nos quedamos dormidos allí. Era tal el cansancio que teníamos que no nos movimos ni un milímetro de nuestra posición, nos despertamos igual que nos dormimos.
Esa tarde quemamos más calorías de lo normal.
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