Mi camino de mujer casada al chat erotico II

Maneras de mujer casada de llegar al chat erótico

este es la continuación del capítulo anterior donde conocí a un hombre aunque soy casada en el chat

No le digas jefe
Teníamos charlas por chat casi a diario. Nos contábamos algunas cosas tambien de la vida de casada … Un día, tras iniciar la conversación con su clásico “hola”, dijo: ¿cómo estás, amor? Quedé literalmente muy sorprendida y hasta horrorizada. Considero que no se debe manosear esa palabra, claro… por el significado que yo le asigné. Evidentemente para él, decirle amor a alguna mujer que le pareciera una presa digna de perseguir, le resultaba de lo más normal. Ese debería ser el tipo de trato que tiene con el común de las mujeres, un juego bien sabido. Resulta que no soy común. Además, reconocí en eso casi la misma manera en la cual el ingrato hombre con el que estoy casada, llamaba a su amante. Mi respuesta después del impacto fue rotunda “no soy tu amor”. Creo que esa reacción lo sorprendió un poquito, fue un freno en seco. No volvió a llamarme así.
En otra ocasión, recuerdo que le estaba comentando algo que había hecho o dicho mi marido, refiriéndome a él como “el jefe”, esta vez su reacción fue contundente. Me dijo: no le digas jefe, no es tu jefe…le da un poder que no tiene.
Me quedé reflexionando en eso unos segundos… me llamó mucho la atención el énfasis que puso en su comentario, como si fuera algo que realmente le molestara demasiado, ¡tenía tanta razón! Y necesité que él me lo hiciera ver, para darme cuenta de mi sumisión no reconocida.
No entendí muy bien por qué reaccionó así, realmente me sorprendió. Me sentí regañada, como cuando era pequeña. Tal vez en el fondo, eso le restaba poder a él. O quizás de alguna manera, había empezado a sentir que le pertenecía… no tolera la competencia en este tema. Lo dijo un par de veces, no quisiera saber que tengo alguna otra historia por ahí, no soportaría los celos. Por este mismo motivo, es que jamás entendió que yo indagara minuciosamente sobre el comportamiento en su vida paralela, creo que de tanto en tanto, se olvidaba que lo observaba detenidamente, todo el tiempo, como parte de mi investigación. Aunque cada vez era más difícil mantener la objetividad.

Tal vez en el fondo, eso le restaba poder a él. O quizás de alguna manera, había empezado a sentir que le pertenecía…

El tema es que estaba hablando de mi marido, el mismo que meses antes, queriendo o no, clavó un puñal letal en la confianza y el amor que le tenía. No representaba competencia para el hombre me hacía libre, a pesar de sus impertinencias, y de que ni siquiera lo conociera en persona.
También resulta llamativo que se dé el permiso de estar casado (1) y tener un par de amigas con derecho (2,3…4); yo no me sumo a la lista. Basada en esto ¡qué le importa lo que yo haga! No tenemos una relación convencional. O al menos no debería molestarle. Ley pareja no es rigurosa… dicen. Debería consultarlo con algún abogado de confianza.
Creo que es una actitud que encierra algo de inseguridad, o un incipiente perfil dominante, tal vez la conjunción de ambas. Al parecer no le gusta ver su propia actitud reflejada en otras personas, o en las que quiere poseer. Ni siquiera es por el real interés,
es más bien porque sentiría herido su enorme ego. Haz lo que yo digo, más no lo que yo hago.
“No le digas jefe”.

Transmutación
Definir a este hombre no me resulta sencillo. Es como que, como mujercasada,  tengo dos o tres maneras de verlo. Por un lado, sobre todo al principio en el chat, me parecía un poco fanfarrón, agrandado y pedante; después empecé a vislumbrar que toda esa primera imagen, era más bien un escudo de protección. Creo que resguardaba su espíritu inseguro y un tanto temeroso, eso justamente, era lo que me daba otro punto de vista y me generaban ganas de abrazarlo fuerte y protegerlo, no sé de qué. Y su intelecto, me encanta bucear ahí. Esa ambigüedad me confundía y me atraía cada vez más. Aún hoy creo que me sigue pasando lo mismo. Sí, definitivamente sigue pasando…
No se termina de conocer bien a nadie, pero este hombre es digno de observar. Hay rasgos que pude reconocer de una manera muy acertada, al parecer. Pero hay acciones o inacciones que me colocan en el desconocimiento absoluto.
Dice que lo conozco bastante bien, incluso más que él mismo. No sé… pero de ser así, entonces hay muchas ataduras, miedos o mandatos con los que sólo acuerda por tradición o comodidad, y no lo completan. Tal vez por eso siempre está escapando, el punto es: ¿sabrá de qué escapa? ¿qué busca y qué quiere hacer cuando lo encuentre?
Todo en él me parece fascinante, es probable que mis ojos y mi alma le hayan asignado una mirada indexada a su perfil, tal vez sólo esté viendo lo que quiero ver. Aunque a veces no acuerdo con lo que veo, pero no se trata de eso tampoco, quiero entender por qué es así, y por qué me gusta. No acuerdo, por ejemplo, con algo que he observado hace algún tiempo; las conversaciones (escrita por WhatsApp), son mayormente moderadas por él. Casi siempre es quien decide poner punto final, por lo general ni siquiera considera si me deja a mitad de algún tema, o si tal vez, necesitaba de su compañía. Supongo que tampoco lo tiene en cuenta, no lo hace de puro egoísta (¡pero claro que es egoísta!! Como todos los hombres, sólo que se te ocurrió asignarle “condiciones especiales”, finalmente siempre es él el eslabón más importante en esta historia, sólo porque se lo estás permitiendo).
Bueno, gracias…pero no vivas retándome, sé que es así pero tampoco puedo forzar mi naturaleza (yo también soy tu naturaleza, tu parte analítica, racional, intuitiva, la que te ha salvado muchas veces, no lo olvides). Sí, pero quiero permitirme sentir…necesito volver a creer que también puedo resultarle interesante a alguien (ok, ya lo sabés).
También es verdad que mayormente inicia él las conversaciones, eso pasa porque tengo mis miedos, uno de ellos es equivocarme y ser inoportuna. Eso realmente me aterra, me da miedo que pueda ocasionar un problema y correr el riesgo de no volver a saber de él… (¡qué clase de dependencia estúpida es esta!!! ¿No se te ocurrió pensar que, tal vez, también esté esperando que vos lo sorprendas alguna vez? Incluso, hasta puede que tenga algunos temores similares,quizas por der cada).
(¡Ay… por Dios! ¿Por qué seguís jugando a la ruleta rusa? No entendiste nada de lo que te dije). Sí entendí, sólo que me gusta. Además, es sólo un juego virtual por chat.
Él me transformó, me mostró otra manera de ver las cosas, sin tantos tabúes, dijo que se trataba de disfrutar, bueno… eso intento. Aunque nuestras charlas incluyan en ocasiones, el relato de sus efímeras conquistas, alguna más perdurable que otra, sin que sea por eso algo demasiado importante. Sólo toma lo que le sirve, el resto resulta casi un estorbo, porque nada haría modificar esa imagen que quiere sostener, a pesar que es esa misma imagen de lo cotidiano, la que lo oprime cada vez más. Y cuando su realidad lo asfixia, pone en juego alguno de sus comodines. Supongo que a mí también me colocó en ese lugar en algún momento, pero no es mi intención reconocerme ahí, porque yo también tomo lo que me sirve.
Dice que siempre busca casadas, casi vírgenes. Cosa que, además de ser un absurdo, debería saber que el género femenino también sabe jugar… pero si le gusta comprar ese paquete, allá él. En realidad, desde mi óptica, pienso que una mujer casada (o un hombre) en un pensamiento lineal, no representa mayores riesgos, porque se supone que también debería resguardar casi lo mismo que cuida él. Por eso las prefiere. El problema es no considerar las variables.
Lo que digo está basado en mis observaciones, en lo que me cuenta; puede que no sepa toda la historia, pero así culminó uno de sus cuentitos color de rosa. Cuando la contraparte parecía no conformarse con “el formato”. Así lo expresó… y pienso… ¿qué pasaría si un día se revierte el juego? no es utópico, aunque su mente ultra racional y realista, pretenda mantener todas las fichas bajo control.

Las reglas del juego están a punto cambiar, solo Dios sabrá si para bien o no.
Una utopía a punto de ser realidad. Las expectativas crecen, las fantasías previas también.

Esta cuestión es casi ofensiva ¿por qué me gusta entonces un hombre que actúa así? ¿Será que sigo viéndolo como mi objeto de estudio? O lo que es peor ¿será que en el fondo quiero creer que conmigo es diferente? No es diferente, siempre igual, su patrón de conducta se repite, y va a estar dispuesto ante cualquier ocasión que le permita satisfacer sus bajos instintos. Mientras sigue charlando conmigo, se acuesta con otra, duerme con su esposa, y bucea en salas de chat casi como un vicio compulsivo. Solo puede ser fiel y leal a sus propias necesidades.
Así plantea su juego…y yo, estoy aprendiendo a jugarlo con mis propias reglas.
Los días siguen pasando…entro y salgo del juego.
Ansiado encuentro… al fin
Parece casi increíble. Ese momento al fin llegó… las reglas del juego están a punto cambiar, solo Dios sabrá si para bien o no.
Una utopía a punto de ser realidad. Las expectativas crecen, las fantasías previas también.
Qué puedo decir, todavía me dan vueltas los recuerdos de las sensaciones vividas. Los días previos hubo un par de conversaciones de carácter organizativo, por decirlo de alguna manera. Obviamente, no venía a verme a mí, era más bien de paso, un viaje de trabajo como tantos otros, con un pequeño desvío. Pero bueno, era eso o nada. Igual no me quitaba el sueño, porque creo que no tomaba real dimensión de lo que estaba por suceder, al punto que cuando llegó el momento, organicé mi “escapada” casi como si fuera a un turno médico o algo así; salí de trabajar y fui al encuentro.
¡Ay… Dios!!! Cuando lo vi… recién ahí cayeron todas las fichas juntas, o empezaron a caer. ¿qué estaba haciendo? Estaba pasando a buscar a un tipo que realmente no conocía, y ¡¡en estos tiempos!! Tuve suerte de que no fuera un depravado, violento o psicópata, y de que nadie me viera. Al llegar al sitio, pude verlo por primera vez, de pie esperando en la esquina que le había indicado. Lo reconocí de inmediato, como si ya lo hubiera visto un par de veces. Lo físico resultaba el detalle que faltaba, nos conocíamos de alguna manera. Le hice una llamada telefónica mientras daba la vuelta, para que también él pudiera reconocerme y subir al auto. Él y su valija… Casi parecía algo de lo más cotidiano. Subió y me dijo: sos más linda en persona, flaquita… me gusta. Y besó mis labios. Quedé literalmente paralizada un instante, y mi cabeza… ¡Dios!! Eso sí que era un torbellino. Conteniéndome para no hacer papelones, intentaba mantener algo de calma; ante todo, siempre pretendo resguardar mi imagen. ¿pero qué imagen estaba dando? creo que es mejor no pensar en eso.
Esas cosas no se hacen, pero bueno, ya estaba ahí… seguía viva… ahora casi me da risa, fui caótica, histérica y desconfiada. Pero bueno, así fue.
Él me miró, un poco desorientado tal vez, pero por motivos muy diferentes a los míos. Creo que hasta se asustó de ver mi reacción histérica. Esa reacción que, hasta unos minutos antes, creía poder controlar.
El tránsito estaba bastante congestionado y yo sin rumbo. Un coctel perfecto para el desastre. Paseándome en esas condiciones, con un tipo que veía por primera vez en mi vida, y lo acababa de subir al auto. Como sea, ya pasó, escasamente conservaba algunos reflejos para seguir conduciendo y no protagonizar ningún accidente.
No tenía idea dónde ir, obviamente sabía que un motel era prácticamente la única opción, pero de verdad no sabía cómo llegar y él lo notó (después me lo dijo, eso y unas cuantas cosas más, igual se quedó conmigo… claro ¿dónde más iba a ir hasta que saliera su vuelo? Además, tenía que acercarlo hasta el aeropuerto… sí, una locura tras otra).
No sé cómo, pero llegamos al lugar. Fui desastrosa, tuvo que bajar él del auto, a preguntar qué habitación estaba libre ¡ni eso pude hacer! Lo peor del caso es que ni vergüenza me daba, solo trataba de no volverme loca y hacer como si esa situación fuera casi natural, pero volví a paralizarme cuando se acercó a mí, estando solos en esa habitación. Juro que no puedo describir la secuencia. Sé que en un momento pensé en salir corriendo (figurativamente), pero no me iba a perder el momento más adrenalínico de toda mi vida. Quería demostrarme a mí misma que podía romper algunas cadenas que contuve por años, creyendo que sólo eso podía hacerme feliz. Mi cabeza, una vez más, se comportaba como una coctelera, mezclando todo tipo de emociones, tenía que resistir, no podía seguir errando mi conducta, supongo que no quería decepcionarlo y pretendía mostrarme más segura de mí… no creo haberlo logrado. Además ¿cómo engañar a alguien con tanta experiencia en la materia? Era evidente mi condición de novata. Recuerdo que pensaba “y ahora ¿cómo sigue esto?”, la respuesta vino con los hechos; en eso descubrí que ya estaba desnuda y él sobre mí, tomándome despacio, casi con dulzura comenzó a besarme. Besó mis labios con suavidad y cierta ternura; al instante, la misma acción la repetía entre mis piernas, casi como en un estado de ensueño. Lo que me hizo sentir es realmente difícil de describir, no tengo la capacidad para hacerlo. Mi cuerpo se arqueaba ante el placer que provocaba con sus labios, su lengua, su boca toda…hasta resultaba dificultoso respirar, me asfixiaba ese éxtasis. Increíblemente, eso permitió que pudiera relajarme un poco, o decidir entregarme y prepararme para lo que seguía. Se detuvo un momento, levantó su torso, me miró y con la clara intención de penetrarme, preguntó ¿puedo?, haciendo referencia a que no iba a usar protección. Era lo que más deseábamos en ese instante, poder sentirnos piel a piel. Mi respuesta fue casi una súplica. Y así acabó en mí, por primera vez.
Ahora recuerdo esa escena y se me eriza la piel. Porque nunca pensé vivir algo así, jamás imaginé que este hombre pudiera ser tan especial para mí. La imagen que había construido, se desmoronaba. Ya no era sustentable, al menos no en ese instante de gloria. En ese momento no me importó ser una más de sus conquistas, simplemente porque estaba pensando en mí, conmigo y dentro de mí. Todavía seguía viva, y en eso me di cuenta que estaba más viva que muchas otras veces en toda mi vida.
Fue maravilloso descubrirlo así, no era como yo pensaba hasta el momento. Resultó muy pausado, suave, tibio, dulce…no necesitaba nada más en ese instante, él era todo lo que quería. Y me dejé llevar, sólo me propuse sentir, descubrir, disfrutar, dar y recibir lo que la vida o el destino me había puesto en mi camino. Me convencí que lo merecía.
Él reparó más en lo visual (dice que le gusto, le resulto atractiva, inspiradora), yo en lo sensorial (obviamente, también me gusta y un poco más). Qué difícil es describir lo que sentí; a pesar de mis nervios (era mi segunda “primera vez”, a escondidas del mundo), en ese momento él era mi refugio y mi libertad; ni siquiera sospecha lo que realmente significó para mí, estoy segura que no puede dimensionarlo.

Me dio la mano para poder acomodarme sobre él, de frente, mirándolo a los ojos, crucé mis piernas por detrás de su cuello, algo que descubrí que podía hacer, al tiempo que sentía esa lujuriosa parte de su ser dentro de mí.

No era uno más para mí, como yo podría ser para él. Era una especie de ser mágico, salvador o sanador. Obviamente, yo le atribuí ese don. Me encanta que sea mi ser
especial, puede que no lo sea en realidad, !pero, eso qué importa! Solo importa lo que es para mí.
Las escenas vienen desordenadas a mi memoria; ahora pienso cuando me sugirió compartir el jacuzzi. Me dio la mano para poder acomodarme sobre él, de frente, mirándolo a los ojos, crucé mis piernas por detrás de su cuello, algo que descubrí que podía hacer, al tiempo que sentía esa lujuriosa parte de su ser dentro de mí. La sensación era como la de un juego vertiginoso, divertido y excitante. La flexibilidad de mi cuerpo, también permitió que pudiera acercarme a su boca, y volver a gozar esos besos. Me encanta su boca.
Habiendo disfrutado ya, del agua tibia y la fascinación de la experiencia vivida, nos encontramos una vez más en la cama, con nuestros cuerpos mojados… sentía un poco de frío, pero dijo que pronto se me pasaría. Así pasó sin dudas, cuando me atrapó entre sus brazos, y me colocó nuevamente sobre él. Montada en ese hombre maravilloso, solo quería que la sensación de sentirlo desde mis entrañas hacia todo mi ser, durara eternamente. Creo que ambos lo vivimos con la misma intensidad; me alucinó poder llevarlo al límite… subiendo y bajando mis caderas, sintiendo su firmeza expandida en mi interior, presionando sin piedad, empujando con toda la intención de doblegar cualquier resistencia de mi parte, cruzando todo límite… explotar de gozo y deleitarnos en ese momento único.
El sexo con él tiene connotaciones mágicas, en correspondencia a la naturaleza que le asigné. De a poco, me hizo sentir libre, aunque me reprimí en algún momento, no se puede cambiar años de una conducta casi permanente, en dos minutos. Pero todo, todo, parecía nuevo. Nunca se lo dije, pero después de ese momento tan intensos, cuando él no me vio porque tenía su cabeza ligeramente apoya en mi hombro, casi lloro… pero no de tristeza, culpa o miedo, sino de felicidad, de plenitud.
Contuve esas lágrimas, creo que me dio vergüenza… No quería espantarlo más de lo que, probablemente ya lo había hecho. Ahora que lo pienso, no hay razón para avergonzarme, incluso es casi una ofrenda de agradecimiento al ser que sanó algunas heridas en un solo acto de locura y pasión.
Esa emoción, esa felicidad, esa plenitud encubierta fue única. Es una conexión sublime, sé que puede parecer una locura o una estupidez, pero lo sentí así… mi piel erizada por esa suave electricidad que provoca al contacto con su piel, mi pulso acelerado marcando el ritmo de la respiración, los sentidos agudizados para tomar todo de él y darle todo de mí. Lo definí como una fusión, una amalgama hermosa. Estuvimos en una perfecta sintonía de cuerpo, mente y alma. No es algo común, quiero cuidarlo como una gema preciosa.
Él solo quería sexo y un buen momento, yo no sabía bien qué buscaba, pero descubrí que encontré lo que quería; fue todo lo que ya dije y mucho más que no sé poner en
palabras. Porque las palabras son chiquitas comparadas a las emociones vividas, que aún hoy, traspasan el tiempo y la distancia.
Al despedirnos, quedé con la sensación de haber estado con quien tenía que estar, como si lo conociera desde siempre, y su partida la percibí como un hasta luego, sabiendo que tal vez, no se volvería a repetir.
Nada fue igual a partir de entonces…
Continuara

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