Mi camino de mujer casada al chat erotico III

Relato erótico de mujer casada en el chat

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Fragmentos: mujer casada del chat

Seguimos estando en contacto, casi permanente. Algunas conversaciones son dignas de tenerlas presente, deberían poder ponerse en un cuadrito en la mesa de luz (sin que nadie más las vea).
La vida me sigue sorprendiendo, sólo que estas últimas veces, me encanta que me sorprenda… parece que los astros están a mi favor, o a nuestro favor. Increíblemente, tenemos una segunda oportunidad, esta vez me toca viajar a mí. Toda la previa es una novela, pero en esta ocasión le toca organizar a él, seguramente lo hará mucho mejor que yo, confío en él, porque es casi todo lo que nunca quise y ahora lo que quiero todo para mí.
Mientras, seguimos manteniendo nuestras conversaciones por WhatsApp.
Conservo algunos diálogos que tuvimos por escrito; una vez dijo de una conversación en particular, que debería guardarla… lo hice (no sé por qué le sigo el juego), al tiempo lo releí y descubrí que todo lo conversado, es muy fiel a lo que he escrito ya. Se entremezclan mis relatos con sus respuestas y comentarios, dijo de aquel primer encuentro, que en un momento pensó “¡qué hago acá con esta mina, que me mira así!!!”, pero agregó después, que quería mis besos. ¡Es tan lindo!
Seguimos la conversación que nos hacía revivir esas sensaciones divinas… Comenzó diciendo textualmente: “me daba no sé qué darte estocadas… aunque me gustaba ver cómo te sobresaltabas” (a mí me fascinaba). Mi expresión iba cambiando a medida que seguía leyendo sus mensajes. “Fue genial hacerlo sin preservativo, es un placer acabarte adentro y no salir” (¡ufff…!!), a esta altura, no sólo mis ojos y mi boca no podían estar más abiertos, mezcla de asombro y encanto, sino que mi respiración aceleró su ritmo; claro está que su remate me dejó literalmente afiebrada, sofocada…muy caliente… “Lamerte me encantó” (¡aaayyyyyyy!!!).
Sus palabras me estremecen al extremo. Puedo percibirlo en todo mi ser. Descubrí que tiene el poder de erizarme la piel con solo leerlo… y se siente lindo.

Esta vez la sensación fue diferente, igual asusta un poquito (¡no te enamores!), por suerte eso hace que lo tome con objetividad y no interprete cosas que no son.

Después preguntó si algo me daba celos y confesó, una vez más, ser celoso. Le dije que lo considero un infiel por naturaleza, con lo cual sólo sería un desgaste de energía celarlo, pero que sí me dolería que me olvidara… a lo cual respondió “No sé si con vos cerca tendría lugar para otra; deberíamos experimentar eso, es la etapa del enamoramiento… ¡besotes amor!!!”
Fin del diálogo… casi quedé sin aliento… otra vez. ¡Que costumbre tiene este hombre de dejarme en ese estado!
El detalle. Volvió a nombrarme así… amor. Esta vez la sensación fue diferente, igual asusta un poquito (¡no te enamores!), por suerte eso hace que lo tome con objetividad y no interprete cosas que no son. No debo caer en sus artimañas, eso de andar tratando así a la ligera… Además… ¡lo único que me faltaba! enamorarme de un infiel… (¡estás loca? volvé a tu eje… ¡ya!) ok… no deseo eso. Por eso ya no quiero estar con mi marido… todo se rompió ¿qué sentido tendría caer en esa misma estupidez? No, no y no. Un hombre así, con todas esas malas mañas, casado y lejísimos… además lo dijo: “si estuviera más cerca”, nada conveniente. (te lo dije…)
Después de pasar por ese torbellino, entiendo que sólo son cosas que se dicen por decir, sin pensar ni sentir, sólo por estar transitando esa “etapa de enamoramiento”, como bien lo definió también. Algunas veces, soy muy frágil y soñadora, por suerte mi parte analítica y racional, aparece para ponerle paños helados a mis equivocadas sensaciones. Nunca podría tenerlo solo así, sobre todo porque lo dejó en claro cuando dijo que tal vez yo me estaba enganchando sabiendo que “él no me sería fiel”, y que ahora eso me jodía. No sé si tiene razón, por dos motivos. El primero: para comprobar si podría o no “serme fiel”, tendríamos que tener una relación medianamente estable y normal (y ser vidente), creo que no calificamos para eso. Segundo: porque desde el principio pienso que nunca sería fiel más que a sí mismo (permitime que lo dude).
Tal vez sí me enganché, pero a quien le importa, solo intento disfrutarlo mientras dure… En tanto, cada uno sigue con su vida de pantalla, la que mostramos a la sociedad, incluyendo, sobre todo, muestras decorativas parejas, ¡qué farsa! Al final ¿cuál de las dos caras es la más auténtica?
Lo quiero, lo quiero, lo quiero… todo para mí (¡shhhh…!!! Eso no se dice). Lo admito. Detesto que (me) sea infiel. Me está volviendo loca. Al punto que lo prefiero casado, supongo que ese estado le da menos chance a que ande suelto cual depredador de criaturas féminas. Ni yo creo en lo último que escribí… tengo argumentos (¡y qué te importa! Ya sabés cómo es. Dijiste que lo que importa es que no te olvide… No te olvidará).
Cuántos pensamientos dan vueltas en mi mente… incoherencias, contradicciones, especulaciones, deseos. Me enojo con mi cabeza que no se calla nunca.

Segundo encuentro

La noche que viajamos con mis amigas, para asistir a un cumpleaños, estuvo cargada de ansiedad y alegría. Me encantaba la invitación y el hecho de compartir con ellas un escenario diferente por un puñado de días, pero había algo más… La cumpleañera vive en la misma ciudad que mi adorado hombre, lo cual propiciaba la oportunidad para verlo.
Era una posibilidad que ambos anhelábamos, después de esa primera vez las ganas de volver a estar juntos se acrecentaban cada día. Cuando surgió el viaje, fue como ver una luz esperanzadora en el camino… todas las conversaciones previas siempre rozaban el tema del próximo encuentro, como un sueño que al fin podía ser realidad. Y la verdad es que para mí fue tal cual así, un sueño dorado que estaba transitando bien despierta y con la clara intención de que mis sentidos captaran todas las sensaciones que fueran capaces de experimentar.
No tenía idea cómo hacer para encontrarlo, pero sabía que él lo iba a resolver. Confío en él, como en pocas personas lo hago.
Justo en esos días se debía presentar mi ciclo menstrual… ¡qué oportuno! Sólo tengo “una” oportunidad para viajar y estar con él y justo iba a darse bajo estas condiciones. Algo tenía que hacer para que nada fuera un obstáculo entre los dos. Busqué en Google, sé que puede no ser la opción más confiable para estos casos, pero qué más daba,
necesitaba posponer esa manifestación natural de mi cuerpo, por esta vez… juro que valía la pena intentarlo.
Un foro médico en la web ¡qué bueno! Lo necesitaba… encontré la respuesta que buscaba y accioné, así fue como la biología quedó alterada y propició que dos almas atraídas por un mismo magnetismo, pudieran sincronizarse gozando una de la otra, en plenitud… una vez más; al menos yo lo viví así.
Llegado el ansiado momento del encuentro, como era de esperar, estaba todo bien resuelto. Envió un taxi para buscarme por el departamento de mi amiga, donde estaba alojada. Eso en un principio me puso un poquito incómoda, o más bien me sorprendió. Por un momento me sentí casi como una encomienda, un paquete que alguien busca para entregar a otro, de todas maneras, confiaba ciegamente. Le comenté mi sensación al respecto, solo a modo de charla, a lo cual me respondió que, en lugar de sentirme un paquete, podía tomar la opción de sentirme como una reina. Esos son los comentarios que siempre terminan dibujando una sonrisa embobada en mi rostro.
Al fin los dos, frente a frente. Revivo el momento. Todo desaparece a mi alrededor, nada más me importa, es una ventana en el tiempo, no existe otra realidad. Solo quiero fundirme en su boca y en sus brazos, ése es mi lugar en el mundo, el que ahora quiero habitar. La pasión me invade, sé que estuve consciente de todo, pero cuesta recordarlo en orden y poder describir cada sensación. Todo es divino, cálido, amoroso y placentero. Me gusta escuchar su voz, hablándome tan cerca.
Sé que estoy donde quiero estar, no tengo tanto miedo como la primera vez. Me predispongo a dejarme llevar por el deseo y la pasión que este hombre supo despertar en mí. Casi no logro recordar cómo era pretender no encantarme con él, supongo que era una batalla perdida a poco de conocerlo, luché por algún tiempo creyendo que era capaz de manejar mis sensaciones y sentimientos, hasta que decidí reconocer que estaba vencida, y no podía hacer más que seguir hechizada por él.
Su boca rozó la mía. ¡Dios, qué me pasa! Sólo recordarlo hace que mi corazón salte, como si no pudiera contenerlo dentro de mi cuerpo. Ya no soy una jovencita, esto no es ningún juego para mí. Arriesgo casi todo lo que soy por este instante de gloria. Su desnudez y la mía, nos ponen en igualdad de condiciones. Quiero sentirlo en cada centímetro de mi piel, al parecer él quiere lo mismo.

Cuando fue oportuno cobré revancha, deseaba saborear su sexo, y él no iba a poner ninguna resistencia, todo lo contrario, sé que lo esperaba…

De verdad no puedo tener una cronología. Puedo decir que hubo momentos más intensos que otros, como cuando su boca con su lengua cálida, suave y húmeda juega entre mis piernas, invitando a sus manos a hacer lo propio… acariciándome de manera impertinente, sus estilizados dedos son el complemento perfecto. A veces parece que mi cuerpo no puede resistir tanto placer, pero lo condeno a seguir, tratando de grabar de algún modo toda esa lujuria en mí. Cuando fue oportuno cobré revancha, deseaba saborear su sexo, y él no iba a poner ninguna resistencia, todo lo contrario, sé que lo esperaba… además me lo pidió, sin más vueltas. ¡Qué maravilla! Al fin…
Es increíblemente placentero sentir cómo mi maravilloso hombre está al fin ahí, y puedo demostrarle todo lo que me importa. No es solo un acto sexual, para mí es mucho más. No sé si fui capaz de demostrarle lo que siento, juro que era la intensión, pero de algo estoy segura, me alucina hacérselo… la sensación de su sexo en mi boca, jugando con mi lengua es casi irreal, sublime… me resulta tremendamente excitante sentir lo que voy
provocando en él. Sus piernas se tensan ligeramente por momentos… sus gemidos son gritos de placer, tanto, que pareciera desesperarse, supongo que debe ser similar a lo que experimenté. Entonces pienso que está bien.
Pierde el control… mientras mi boca, asistida por mi mano derecha, se embelesa ante su maravillosa naturaleza, me encuentro casi en cuclillas entre sus caderas. Mi mano izquierda se toma con fuerza de su antebrazo derecho, pretendiendo doblegar su casi nula resistencia… me suplica que pare… pero desobedezco su pedido, sé que en realidad no quiere eso, solo que su cuerpo está al límite. Me encanta tenerlo así, rendido ante el irresistible placer que le provocan mis labios, mi lengua… Shhh… tranquilo… es solo un acto de amor… como él dijo que lo fue, el acabar y volcar su néctar en mi boca. El éxtasis se apodera de los dos. Adoré ese momento y sigue alborotando mis sentidos el solo hecho de evocar su recuerdo. Parte de su ser estará por siempre mezclado en mi sangre recorriendo mi cuerpo.
Antes o después, no importa, también disfrutamos de nuestros cuerpos bajo el agua, en el baño, pero prefiero hablar de esto y algo más en otro momento. Es demasiado intenso todo, como para seguir el relato ahora. Necesito recuperar oxígeno, para que él vuelva a asfixiarme de placer.

El paseo

Nunca deja de sorprenderme… ¡es tan lindo todo!
Mediodía de sábado. Apenas el viernes había estado con él. A la noche era la fiesta de cumpleaños de mi amiga, había que colaborar con la previa. Pero resulta que mi encantador hombre seguía enamorándome con cada improvisado acto. Me escribió diciendo que iba a pasar a buscarme para dar un paseo en bici. Adoré eso…me sentía casi como la princesa del cuento, sorprendida por su encantador príncipe.
Pensé que solo podría verlo esa mañana de viernes, cuando lo amé con desenfreno disfrutando cada segundo. Pero no, él tenía otros planes. Y así pasó.
Después del almuerzo, plena siesta de diciembre, el calor se hacía sentir dentro y fuera de mí, nos encontramos en una esquina, cerca del departamento de mi amiga y, sorprendentemente, cerca de la casa de sus padres. Detalle que me enteré después.
En su enorme cuidad, las bicicletas son objetos fáciles de conseguir en espacios públicos, y así fue como pude cumplir otro sueño: dar un paseo en bici con él, mi encanto.
Fue un regalo inesperado, adoré esa sensación de sentirme libre y cuidada, al tiempo que también ofició de guía, contándome algunas historias de los lugares que recorrimos. Hablamos de algunas cosas; cosas sin demasiada relevancia, lo importante era que estábamos juntos, y fui muy feliz; sobre todo cuando me robó un tímido beso, rodeados de toda una multitud que en ese instante parecía ausente.
La despedida no fue fácil, pero me dio la esperanza de verlo una última vez el domingo, antes de tomar el vuelo de regreso a casa, que marcaría el final de mi sueño dorado. Pero no pudo ser, tuvo un compromiso familiar que le impidió llegar. Lo que sentí, nuevamente
me deja sin palabras para describirlo, una mezcla de tristeza, angustia, dolor en el alma… pero también entendí que me llevaba mucho más de lo que esperaba; y tal vez fue mejor que me hubiera dado esa esperanza, porque casi no me di cuenta que esa tarde de sábado, había sido la despedida. De alguna manera, facilitó ese adiós que nos empeñamos en que siga siendo un hasta luego.

El pacto

La pausa, tomó su pausa. Y volvimos a nuestras charlas.
Tenemos un pacto… lo propuso él.
Es innegable que “algo” nos une, para el caso no importa qué. La cuestión es que nos invade cierta resistencia a dejarnos ir. A pesar de los muchos obstáculos, nos necesitamos, nos complementamos y nos hacemos bien. En realidad, es lo que me pasa a mí. Solo intuyo que algo similar le sucede.
Hablando de nuestras realidades, similares y antagónicas, fue cuando me dijo que, más allá de cualquier acontecimiento o no, en su vida, yo siempre iba a ser su “permitido”, y que eso era un pacto entre los dos. Me gustó, aunque me coloque en la marginalidad de su vida.
Quiero tu presencia, tu voz, tu pelo, tus manos, tus labios… quiero hacerte el amor… otra vez.
Siempre hay una esperanza
Ayer me dijo que hay una posibilidad para volver a vernos. Al parecer, uno de sus tantos viajes, podría ser al lugar donde vivo.
¡Esta historia está llena de sorpresas! Qué lindo sería… a pesar de lo jugada que estaría para verlo. Porque, en caso de venir, sería por una semana. Difícil encontrar los momentos, pero no nos lo podemos perder.
Parece que somos unos “cabeza dura”, desafiando lo casi imposible. O será que intentamos propiciar lo que debe ser. Tal vez lo imposible es no estar juntos.
¿Existe el destino? Será por eso que estamos en esta historia… quién sabe…
Creo que lo único que los dos sabemos con certeza, es que morimos de ganas de volver a estar juntos. Porque cada vez que pasó, fue tan intenso, que nos dio fuerza para soportar el paso del tiempo, el hastío de la distancia y seguir sintiendo la irreversible tensión sexual, la indomable pasión y el amoroso sentimiento de plenitud. Te espero amor.

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