El teléfono sonó a las 3.20 am, era la llamada que había estado esperando, mi “nona”, mi mamá julieta” había fallecido. Me senté en la orilla de la cama, mi esposo me abrazó por detrás y lloré, pero de pronto me inundó un pensamiento, iba a verlo después de 14 años, lo sé porque sigue a mis primas, e incluso a mis hermanos en redes.
Me puse de acuerdo con mis padres para viajar temprano, alisté mi maleta, llamé a la jefa de recursos humanos para comentarle que estaría fuera de la ciudad por al menos 3 días, abrí Facebook y vi que reaccionó a la publicación de mi prima, me puse muy nerviosa, mi esposo intentaba tranquilizarme, mientras se justificaba por no poder acudir al funeral.
Me probé al menos 5 cambios de ropa, hasta que sentí que me veía elegante, sobria, pero no me quitaría los ojos de encima. Supe que era la ropa adecuada cuando mi esposo me vio y no pudo ocultar sus ganas de arrancármela.
Durante el largo camino mi papá ponía canciones de los Tigres y los Huracanes del Norte y nos contaba historias sobre mi abuelita, yo me acordaba del gran pleito que tuve con ella y con mi tía por salir con él, después me fui de casa para vivir juntos por más de un año, pero el futuro nos tenía otros planes, fuimos casualidades de un destino.
El día transcurrió y perdí la esperanza de verlo, era lo mejor, sin embargo cerca de las 8.30 de la noche llegó, en un traje tan elegante, más delgado, sin barba, con su perfecta sonrisa. Saludó, llego hasta mi y yo simplemente no pude contener el llanto al abrazarlo, aún hueles a Aqua di Gio le dije, tu favorita, contestó. Comenzamos con preguntas tontas y pronto comenzamos a reír y platicar, el resto de la gente pareció desaparecer. Cerca de las 11.30 de la noche se marchó, pero intercambiamos teléfonos por sí yo necesitaba algo, lo que fuera.
Estaba sentada, pensaba en su aroma y el gusto que me había dado verlo, cuando llegó un mensaje: “Sal, se discreta”, te espero en el Bronco naranja al fondo del estacionamiento. Disimuladamente salí y comencé a caminar, al llegar a él, lo besé con toda la pasión que tuvimos, su manos recorrieron mi espalda y me tomaron fuertemente por las nalgas, abrió la puerta de atrás, y antes de subir me quité la chamarra y los pantalones tipo malla, estaba tan mojada que ni siquiera esperamos un minuto cuando comenzó a hacerme suya, sacó mis senos y comenzó a apretar mis pezones mientras mordía mi labio, oh Dios, me voy a venir grité, me tapó la boca y comenzó a hacérmelo mas fuerte, temblé al grado de perder el control de mi cuerpo, comencé a escurrir liquidito, lo sé porque sentía mojados los muslos, él no se detenía, y yo me aferraba de su espalda con mis uñas. Me acomodó en 4 y me estaba cogiendo tan duro que fue imposible no gemir, de nuevo temblé, no tenía el control de mis piernas, hacía años que no tenía orgasmos tan intensos y tan largos. “Quiero que te vengas dentro de mi” le grité “, ¿Es lo que quieres?”, “Sí, ahora aquí conmigo, ya vengo otra vez” comenzó a gemir y lo sentí terminar dentro de mí, su pene pulsaba y se sentía tan bien. Le dije “No me la saques por favor, quédate un ratito dentro de mi”. Nos recostamos en el asiento de la camioneta y nos besamos, con todo aquel amor guardado por las personas que ya no éramos. Con su mano comenzó a acariciar mi vagina y con la otra apretaba mi seno. Puso sus dedos llenos de semen y fluidos en mi boca y comencé a lamérlelos, sentí como su pene crecía de nuevo dentro de mi, le dije “Con amor” y así comenzó a moverse lentamente mientras nos besábamos largamente, no pude evitar correrme de nuevo.
“No vas a venirte otra vez ¿verdad?”, me dijo “ya sabes que no”, sonreí, me levanté y le pedí papel sanitario, me vestí mientras decíamos halagos y tonterías, me arreglé el cabello y le dije “Hasta pronto”, le di un beso en la mejilla y me fui, sentía como mis piernas temblaban al caminar, estaba sonrojada, no lo podía evitar. Al entrar, sentía que todos podía olerme a sexo a metros de distancia, me serví un café, me senté apartada de todos, mientras pensaba “Cabrón, aún después de muerta sigues haciendo enojar a mi abuelita”. Sonó mi teléfono, era un mensaje “Buenas noches mi amor, te amo demasiado” decía mi marido, “Te amo más a ti” contesté.
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Un comentario
Sorprendente Excitante y excelente relato @alboradadehumedad