Mi nombre es Ainhoa, y soy una chica morena con buen cuerpo, con unas tetitas más o menos grandes y un culito bien redondo. He de decir que nunca me llegué a cuestionar mi sexualidad hasta bien entrada mi edad adulta, por lo que aquí os quiero contar como un pinchazo en la carretera hizo que me convenciera de que era lesbiana.
Todo comenzó una hermosa tarde de verano durante un viaje en dirección a la playa para pasar allí mis vacaciones. De repente sentí un ruido extraño en las neumáticos, por lo que me aparte a un lado de la carretera y vi que tenía un pinchazo. Como no tenia idea de cambiar una rueda, conduje unos 2 kilometros hasta un taller cercano
Cuando llegué, me recibió una mecánica jovencita rubia muy agradable que me preguntó qué estaba pasando. La chica se llamaba Miranda, y tenía el cuerpo típico de una teen con tetitas pequeñas y un culito muy bien proporcionado. Le expliqué mi situación y ella me dijo que podía arreglarlo en unos minutos. Mientras ella trabajaba, yo la observaba con atención. La mecánica cambiaba las ruedas con la llave de impacto neumática y su técnica era impecable.
De repente, me di cuenta que de sus shorts ajustados asomaban unas braguitas rosas y no sé porque, empecé a sentir una extraña excitación en mi cuerpo. Me situé detrás de ella y comencé a restregarme suavemente.
La mecánica se dio cuenta y sin decir nada, se inclinó hacia mí y empezamos a besarnos apasionadamente mientras seguía trabajando en mi auto. Sentí sus labios en los míos y me di cuenta que estaban teniendo una conexión especial. Me desabroché los pantalones y ella comenzó a hacerme un cunnilingus mientras yo sostenía su cabeza y gemía suavemente.
No podía creer lo que estaba pasando y me excitaba cada vez más. La mecánica se puso a cuatro patas y yo empecé a frotar mis partes íntimas con las suyas, todavía con las bragas puestas. Tuvimos muchos orgasmos juntas y sentí que algo había cambiado dentro de mí desde ese día. Me di cuenta que soy lesbiana y que necesitaba tener más experiencias como esta en el futuro. Así que me subí al auto y seguí mi camino, sabiendo que mi vida nunca volvería a ser la misma.
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