El Camino Equivocado

Hijo único de una familia potentada, mamá era parte del directorio de una importante empresa familiar, una mujer férrea de fuerte carácter con un ego tan grande que no cabía en su cuerpo

Hijo único de una familia potentada, mamá era parte del directorio de una importante empresa familiar, una mujer férrea de fuerte carácter con un ego tan grande que no cabía en su cuerpo.
Seguramente el amor de su vida fuera su status, su poder, su ambición, y en su entorno no había tiempo para amores, ella se iba muy temprano y volvía muy tarde, rodeada de reuniones, de llamadas, de stress, de locura y haber concebido un hijo había sido solo parte de la vida, de un encuentro casual, de un descuido, como un proyecto laboral mas
Ella era mujer, siempre vestía perfecta, en trajecitos con polleras a las rodillas, con perfecto peinado, con perfecto maquillaje, con perfecta imagen, no puedo recordar un día en que estuviera relajada, de entre casa, tirada solo sin hacer nada. Pensaba y actuaba como hombre, fría, calculadora, distante y por lejos, jamás sería esa madre que le regala el corazón a un hijo

Crecí en ese entorno, privilegiado por todo lo material y económico, pero mendigo del amor, y cuando mis amigos veían en mi ‘el chico a envidiar’ yo solo los envidiaba a ellos al ver las familias que les habían tocado en suerte, humildes en billetes, pero ricas en sentimientos.
Y si, vivía preso en una enorme y fría mansión de concreto, y era un tanto gracioso admitir que Mauricio, el chofer de la familia era lo más parecido a un padre que tenía, con quien pasaba tiempo hablando y que me permitía a escondidas ayudarlo a lavar alguno de los coches de la familia, o María, y también Noelia, las mucamas que vivían cama adentro y eran para mí, esas madres postizas que ocupaban el lugar que mi verdadera madre debía ocupar.
Y fui creciendo, y formando mi propia personalidad, mis propios gustos, mi propia sexualidad

Hoy lo recuerdo con un tanto de gracia, lejos en el tiempo, era apenas un quinceañero inexperto, Daniela era la sobrina de María, que estaba ya demasiado grande y enferma, Daniela había tomado el lugar de mi vieja nana, ella me llevaba varios años, calculo ocho, diez tal vez, y aunque yo no me diera cuenta en ese momento, ella jugaba sus cartas, su partida era clara, quería enredarme, atarme a ella, sacarse la grande de lotería, con el hijo y único heredero de toda la fortuna de mamá.
Ella me provocaba una y otra vez, indirecta o directamente, me dejaba notar sus llamativas tetas, o su generoso trasero, situaciones casuales que no eran casuales, hasta sorprenderla desnuda después de tomar una ducha.
Admito que era realmente bonita y llamativa, un bomboncito de chocolate con licor para cualquier chico de mi edad, en fin

Una noche, antes de que fuera al cuarto, cuando pudo escapar del ojo vigilante de mamá, se me acercó y me acorraló contra la pared, tenía un escote muy insinuante donde se marcaban sus tetas, y una mirada peligrosamente agresiva, tomó mi mano y la apoyó en una de ellas, en la otra, en un puño me dejó un de sus tangas de puta que usaba y me dijo

Pendejo, cuando se duerma la vieja – por mi madre – vení a mi cuarto, la puerta estará abierta, te prometo que no te vas a arrepentir…

Pobre Daniela, que ingenua era, al día siguiente, al limpiar y asear mi cuarto, encontraría su tanga llena de semen que había dejado adrede para ella, como explicarle a esa hermosura que a mí las mujeres no me movían un pelo y para lo único que me había servido su ropa interior había sido para usarla yo mismo y sentirme una putita hermosa con la seda rozando mis nalgas.

Tiempo después, mis gustos empezaban a hacerse notorios, Daniela, cansada de fracasar se había rendido, y había buscado nuevos rumbos, su propuesta final de casarnos para mantener un matrimonio de fantasía para hacerse de un seguro monetario y por mi parte, mostrar al mundo mi masculinidad, para darle peso a la empresa de mi madre, realmente no sería de mi interés.
Yo era lo que era, quería brillar por brillo propio y no ser el parásito de la familia, estudiaba para chef, un poco inspirado de los días de infancia, cuando María me dejaba meter manos en su cocina, y poco a poco me iba despegando de la sombra de mi madre.
Ya había tenido mi debut sexual con un chico que me gustaba, y ya había pagado a otro que era demasiado hetero, pero demasiado pobre.

Una noche, estando en mi cuarto, me había puesto unas medias de red que me había comprado, muy sexis, una tanga con plumas, me sentí muy chic, y mientras miraba en el enorme televisor de mi cuarto una película condicionada gay, me masturbaba el pene al tiempo que me metía por detrás un enorme consolador que vibraba sin parar y me sacaba un placer inusitado.
Esa fue la foto que se grabó en las pupilas de mi madre cuando abrió de imprevisto la puerta del cuarto, porque ella era así, ella era la dueña del mundo, ella no pedía permiso, ella era solo ella, solo cerró la puerta y me dejó a solas, sin decir palabra
Al día siguiente tendríamos una charla, era raro puesto que ella ya no estaba cuando yo me levantaba, pero ese día dejó todo de lado para hablar conmigo
Honestamente, su monólogo fue una mierda, no le importaba lo que yo hiciera de mi vida, que sea puto o no, solo me dejó saber que mi vida privada no debía interferir con la suya, son su reputación, ni con la imagen de la empresa

Comprendí que era hora de un adiós, desconocía a esa mujer a la que el título de ‘madre’ le quedaba demasiado grande, el único agradecimiento que podría reconocerle era que me había regalado lo que para ella eran migajas, pero para mí, una fortuna, para incursionar con lo que sería el primero de muchos comedores de mi cadena de comidas.
Y si, me hice conocido en lo mío, bueno para hacer negocios, pulcro, y por qué no, brillante. Mi ego crecía, mi autoestima, era de esos de ir al gimnasio y verme cada día al espejo
Todo lo bien que me iba como profesional, no se repetía en lo afectivo, los treinta años me recibirían en soledad, odié admitirlo, pero tenía los genes maternos pegados a fuego, no encontraba nadie para mí, porque sencillamente nadie estaría a mi altura, y en cada relación que intentaba meterme solo me volvía tóxico, por lo que seguía con amores pasajeros

En la cama podía llegar a ser insoportable, elegía muy bien mis amantes, y si alguno llegará a esbozar una intención de chuparme la pija, o pretender que lo penetrara, solamente pondría un hielo tan grande como para terminar el encuentro, y no porque me molestaran sus gustos, sino, porque ese era mi rol en el juego.
El tiempo iba pasando, me estaba poniendo viejo, vivía solo en mi castillo y me había dado todos los gustos que un hombre con dinero se podía dar, había viajado por el mundo, una vez y otra vez, y había tenido en mi cama a cuanto hombre quise tener, ya fuera por propia decisión o pagando, no me molestaba, había probado la virilidad de latinos, americanos, europeos y africanos, había jugado en tríos, cuarteros, sexo en algún lugar público, en la playa, en las montañas, en un cine, en un coche, hasta en vuelo, en un jet privado

Un treinta y uno de diciembre haría las paces con mi madre después de mucho tiempo, cambio de año, una nueva oportunidad, fuimos a cenar al sitio más lujoso de la ciudad, un restaurante en el piso más alto del más alto edificio, todo vidriado, donde podía verse todo el entorno y donde seguro brillarían los acostumbrados fuegos de artificio.
Pero mamá y yo estábamos solos, no teníamos a nadie más, ella, en su afán de poder, había traicionado a su hermano y a su hermana, sus socios naturales en herencia, y se había quedado con todo el imperio y ahora pagaba el precio.
A pesar de todo, del tiempo, mi madre seguía intimidándome, era una mujer entrada en años, pero siempre lucía impecable y usaba ese lenguaje agrio, ese que ponía distancia

Y una vez más comprobé lo que tanto me molestaba, que ver a mi madre, era verme en un espejo, y que, si tan mal me llevaba con ella, era porque era como ella, porque mi ego era tan grande como el suyo, y porque nuestra relación nunca sería de otra manera.
Brindamos con el cambio de año iluminados por las luces radiantes y multicolores que explotaban a doquier, y tal vez solo en ese momento, cuando besé la mejilla de mi madre, ella bajó la guardia y con un suspiro reflexivo me dijo algo como que estaba viviendo mal mi vida, el dinero, el poder, la traición, el ego, nada, nada de eso servía si al final del camino te encuentras solo, seguramente, era una confesión de su vida misma, y era lo que me tocaría en adelante
Tomé esas palabras muy en serio, tal vez, las únicas palabras de mi madre que tomaría en serio

Y me puse en campaña de enamorarme, de buscar ese hombre que me hiciera feliz y poder compartir mi vida, pero una vez más equivocaría las maneras, no sabía cómo hacerlo, acostumbrado a comprar todo con dinero, pensé que ese sería el camino, como ir a una juguetería y solo elegir el juguete de la estantería que fuera de mi agrado.
Para esa noche había cerrado una de mis casas de comida, solo para una reunión privada, era el mejor de todos, y había seleccionado con mucho cuidado a un puñado de todos los hombres que habían pasado por mi cama, algunos por cercanía, otros por su impronta, también por el tamaño de sus vergas, o por carilindos, o tan solo por lo rico que me habían cogido.
Sería una cena espectacular, festiva, donde yo, el anfitrión, elegiría al privilegiado que tendría una oportunidad, y si, ya se, suena pedante, una locura, pero en mi cabeza de esos días, mi credulidad de ser un Dios en la tierra, no tenía límites.

Hice preparar un festín digno de un circo romano, obviamente, mi lugar estaría a la cabecera de la mesa, en un sillón más grande que los del resto, es que yo sería la princesa en esa noche, donde tontamente asumí que mi dinero, mi fama, mi ego serían suficientes para tener el control, pretender que el amor se compra, que se tiene a alguien doblegado a tus pies solo por obediencia divina, y esa noche tendría una lección que recordaría por el resto de mi vida.

Había pasado horas frente al espejo, siempre lo hacía, pero esta vez el amor por mí mismo no tendría límites, solo observando mis músculos acerados, mi rostro de niño bonito, mi piel tersa y depilada con esmero desde el cuello hasta los pies, me unté con un aceite suave y perfumado para mantener humectados mis poros, me acomodé los cabellos uno por uno porque era cierta mi marcada calvicie prematura, una situación que me acomplejaba y estaba en caminos de remediar con implantes
Me vestí informal, por cierto, sin olvidar un slip muy ajustado y muy pequeño, que me impidiera una erección porque ciertamente estaría hirviendo entre tantos machos dominantes.

Mi chofer privado recibiría el primer reclamo de la noche, dos minutos tarde, y para una persona estricta como yo, dos minutos eran demasiado tiempo, así era yo, no permitía imperfecciones. Y el tránsito cargado de esa noche haría su parte, cinco minutos más, y si bien esta vez no era su culpa, no me importó descargar un segundo reclamo sobre él, me gustaba humillar a la gente que estaba bajo mi mando, manejarlos como marionetas
Al llegar, conté rápidamente, aún faltaban candidatos, pero no me importó, yo no estaba para andar esperando a nadie, yo era la diva de la noche, así que solo cerré la puerta y me quedé con las llaves, ellos se lo perdían
Nos sentamos, yo primero, obvio, y ellos a los lados, los hombres por mí seleccionados quienes, según lo acordado, unos a uno fueron recibiendo el sobre con billetes, el dinero que pagaría esa noche de selección, porque en mi cabeza, como yo lo había ideado, compraría al mejor candidato, como se compran animales en un remate.

Mis empleados, los que serían testigos sordos, ciegos y mudos de lo que sucedería esa noche, a mi orden empezaron a servir la comida, mientras yo les iba detallando paso a paso lo que deseaba de ellos, lo que debían hacer para convencerme y que al final, yo me quedaría con el amor y fidelidad del mejor postor.
Mi verborragia iría en aumento con el correr de los minutos, es que más hablaba, más seguro de mí mismo me sentía, ser centro del universo, y mi plano superior se hacía tan evidente como impactante.
Jamás pude ver que solo estaba causando desprecio hacia mi por todos esos machos, ellos me escuchaban casi sin replicar nada, jamás pude ver que estaba cavando mi propia tumba

Después de comer el postre, recién pasada la media noche, como muchos tuve deseos de ir a orinar, de paso, poder ver alguna rica verga, y ese sería el comienzo de mi fin
Solo estaba haciendo lo que había ido a hacer al baño, a mi derecha, Claudio, creo recordar que ese era su nombre, quien orinaba a mi lado me miraba a los ojos, mientras yo miraba con apetito su pija, y solo me abstraje del entorno, y jamás pude notar, que mis amantes pagos, en complicidad habían invadido el lugar, y cuando lo noté ya era tarde
Me hicieron centro de una rueda, me empujaron de un lado a otro y reboté de manos en manos, algunos sacaron sus celulares y empezaron a filmar lo que estaba sucediendo en ese momento.

Me desnudaron, poco a poco quitaron mis ropas, a la fuerza me pusieron en cuatro sobre las frías cerámicas, me nalguearon, me dijeron

A ver puto como se te abre todo el culo? abrite las nalgas perra

Lo hice, obediente, mientras ellos solo filmaban, en mi vida me había metido tantas cosas por el culo, incluso mi propio puño, ya que naturalmente mi esfínter se habría varios centímetros, y esa situación solo los encendió, como animales, como salvajes, uno de los chicos se animó a más, se quitó la camisa, luego bajó su pantalón y su ropa interior, hasta pareció ridículo al trastabillarse, puesto que al dejarse sus zapatillas puestas sus ropas se trabaron en sus pantorrillas, pero ese hecho no impidió que se acomodara a mis espaldas, que me nalgueara y apenas escupiendo mi esfínter y tomándome por la cintura me la enterrara profundo, por lo que exhalé con fuerza y me retiré hacia adelante, protestando con mi voz afeminada

Ayyyy! animal! sos un bruto!

Pero ellos solo parecían divertirse, volvió a sujetarme con fuerzas, volvió a metérmela hasta el fondo, tal larga y tan gruesa como era, empezó a cogerme, a romperme el culo y me fui acostumbrando a su grosor, noté que todos filmaban y supliqué

Oh! no! no! please! my god!

Pero noté que cada vez que habría la boca y mi homosexualidad afloraba, solo lograba calentarlos mas

Con más fuerza, con más furia, y más quería escapar de sus garras, más me poseía, solo me fui dejando caer, y quedé tendido boca abajo sobre el piso, mientras él se acomodaba por detrás y como si sus piernas fueran tenazas aprisionaba las mías, haciéndome imposible evadirlo, y saltaba sobre mis nalgas rompiéndome bien el culo
Otro vino al frente, desnudo, con alguna soga que había quitado de unos de los cortinados del salón principal, la anudó por mi cuello, casi quitándome la respiración

Te gusta putita? te gusta la verga cierto?

No no, please, no, please – solo respondía en un inglés que no dejaba de sonarles provocativo

El placer de la ruda penetración anal a la que era sometido se mezclaba con el dolor de la soga que sin piedad se ceñía más y más a mi cuello, entonces mientras la sostenía en un puño, se acomodó para meterme si pija en la boca, para acallar mis gritos, para llevarla hasta mi garganta
Todo el entorno se había vuelto muy estilo violación, y yo era la puta de turno, el que estaba a mis espaldas no tardó en venirse, sentí como, su semen caliente invadió mis intestinos, y antes que pudiera respirar, el que me la daba por la boca tomó su lugar y me la metió por el culo
Era una orgía, una triste orgía donde yo pagaría con mi cuerpo toda mi actitud egocéntrica

Después que el segundo también me llenara la cola de leche, me tomó nuevamente por la soga que ajustaba mi cuello, y solo me llevó a pasear en cuatro patas, desnudo, como si fuera una mascota sumisa, en una rueda eterna donde paraba en cada macho que había invitado y a cada macho debía hacerle un buen oral
Alguien vino por detrás para volver a clavarme con furia, como una bestia me sodomizó hasta repetir el libreto, llenármelo de leche, a pesar de mis quejas, de mis protestas

Me hicieron poner de pie, sentí como la mezcla de semen chorreaba de mi cola, me sentí todo el esfínter abierto, me temblaban las piernas, entonces uno vino por el frente, me levantó con la ayuda de los otros, con mis piernas abiertas a su lado, tomándome de su cuello, me bajó y me la metió toda, otro por detrás hizo lo propio, dos adentro al mismo tiempo, gritaba, era doloroso, era exquisito, como perros salvajes, nos les importaba nada, solo era llenarme de leche, uno tras otro, uno sobre otro

Cuando la luz natural del nuevo día empezaba a reemplazar las luces artificiales del techo, me percaté del paso del tiempo, me habían cogido toda la noche sin parar, mi culito ya estaba anestesiado de tanta verga, los intestinos estaban colmados de semen, esa mezcla blancuzca había chorreado por mis piernas, tenía jugos en la boca, en la garganta, en el rostro, en mi pecho, en mi espalda, solo hicieron de mi lo que quisieron hacer.

Me quedé solo, desnudo, tirado en el piso de ese amplio baño, era los restos de un hombre que había recibido su merecido, me saqué la soga del cuello, estaba violáceo, me miré al espejo y vi el reflejo de mi pedantería, de mi ego pisoteado

Seguí mi vida adelante, tal vez comprendiendo que no era el amo del universo, con lo pies sobre la tierra, y me acerqué un poco más a mi madre, al fin y al cabo, yo era parte de ella, era como ella, y estábamos destinados a disfrutar nuestro poder en soledad.
Como un reflejo en el espejo, la frialdad que tanto había odiado de mi propia madre, ahora afloraba en mi, era parte de lo que era ella y me entregué a mi destino, a coleccionar más billetes de los que pudiera gastar, jamás podría amar a alguien, jamás alguien estaría a mi altura

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