Mi hermanita es 2 años menor que yo. Toda nuestra niñez nos bañaban juntos, dormíamos juntos y jugábamos con mi pene. En pocas ocasiones yo jugaba con su genital. Recuerdo que se sentía muy rico cuando agarraba mi pene con su mano, yo siempre le pedía que me bajara y subiera el prepucio y se sentía muy rico. También le pedía que agarrara mi pene y jugara con él, lo moviera y más cosas, y así lo hicimos toda nuestra niñez hasta los 11 años aproximadamente que cumplí. Creo que lo que nos sucede de niños, ya sea bueno o malo, se nos queda para siempre y a mí eso se me quedó para siempre, deseaba que mi hermanita jugara con mi pene cuando creciéramos, ese era mi gran deseo y se me cumplió. En la universidad los dos, un día que no había nadie, hablamos de esos tiempos, lo contaré en otro relato, de cómo reiniciamos esos juegos pero ahora ya de adultos. Pero aquí solo diré un episodio que recordaré con felicidad para toda mi vida. Un día en mi cumpleaños, mi hermanita siempre me daba su regalo personal en mi pene. Y yo no podía dejar pasar esa oportunidad ese día. Me preparé como siempre, saqué mi pene ya erecto de la ropa interior porque sabía lo que iba a pasar con mi hermanita, también saqué los testículos, en esa ocasión llevaba el pantalón de la pijama aún y desabroché los dos botones para poder sacarlo rápidamente estando con ella. Fui a su habitación y estaba sentada en el borde de su cama leyendo una revista. Me senté junto a ella y de inmediato le pregunté si podía darme mi regalo de cumpleaños dibujando una carita graciosa en mi pene, eso lo hacíamos muy seguido. Ella me dijo que sí. Entonces muy fácilmente saqué mi pene y tomé su mano izquierda para que lo agarrara fuerte como ella siempre lo hacía. Sentir su piel en mi pene erecto era una sensación super deliciosa y placentera. Con su otra mano y un plumón que yo tenía, comenzó a dibujar la carita en mi pene, qué rico sentía yo, mi hermanita agarrándome el pene fuerte y dibujándome una carita graciosa, qué delicia. Y sin planearlo, en verdad no lo había ni pensado, en ocasiones anteriores, ella me dibujaba la carita y si íbamos a salir, ya me soltaba el pene y yo lo guardaba, o sino ella seguía agarrándolo así fuerte y a veces cambiaba de mano porque nos tardábamos más de una hora platicando. Pero ese día, como les digo, sin planearlo, ya que veo que hizo toda la carita graciosa, le dije, llevándole con mi mano su mano hacia arriba y diciéndole que si hacía la piel del pene hacia arriba los ojos que dibujaste se hacían más chiquitos y le moví su mano hacia abajo y le dije que si hacía la piel del pene hacia abajo, los ojos se hacían más grandes. Le dije, ahora hazlo tú sola, así le enseñaba muchas cosas, primero se lo hacía con sus manos y después ella para que así aprendiera. Pensé que lo haría 2 o 3 veces, lo soltaría y me iría de su habitación. Y lo hizo 1 vez, 2 veces, 3 veces, 4 veces, 5, 6, 7, 8 veces y seguía y yo sentía muy, muy rico porque en otras palabras me estaba masturbando ya que me estaba jalando la piel del pene hacia arriba y hacia abajo al mismo ritmo y no dejaba de hacerlo, qué rico estaba sintiendo. Miré a mi alrededor, en su habitación, ella y yo solos, yo junto a ella pegaditos, yo con el pene fuera y ella agarrándolo y masturbándolo y mirándolo a los ojos que ella había dibujado, wow, no paraba de hacer ese rico movimiento, la escena era increíble y cada vez yo sentía más y más rico, mucho placer que lógicamente sentí que iba a eyacular. Pensé, ¿qué hago? pero no podía pensar mucho porque estaba sintiendo tan rico que no quería que eso se perdiera y claro llegó el momento en que no aguanté más y salieron varios chorros de semen, wow, el éxtasis, lo más rico que jamás había sentido. Ella no quitó su mano de mi pene, vio todo y su mano con semen. Me estiré, agarré unos kleenex y limpié su mano y mi pene, entonces ella retiró su mano y le limpié toda su mano, y me preguntó si eso era semen. Le dije que sí, que sentí demasiado rico y no pude aguantarme, je y ella me miró y se sonrió, wow, je. Entonces me levanté de su cama y guardé mi pene, y limpié el suelo también del semen. La vi, nos sonreímos y salí de su habitación. ¡WOW! ¡La primera vez en mi vida que una mujer me había hecho eyacular con su mano y lo mejor para mí fue mi hermanita, a quien desde niño, adolescente y adulto siempre he deseado sexualmente, esa experiencia no la cambio por nada.
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