Era una jovencita inexperta cuando esa noche asistí a la charla que daba Juan Rodríguez, un prestigioso ingeniero civil muy reconocido en el medio
Había llegado a esa conferencia cuando estudiaba diseño de interiores, y si bien era para arquitectos, yo había sabido arreglármelas para conseguir un cupo
Juan me impresionaría con su dialéctica, con su sapiencia, por el convencimiento en sus palabras y el hecho de que siempre me habían atraído los hombres mayores le daba un plus a toda la situación
Yo tenía veintitrés años recién cumplidos y el pisaba los cuarenta y tres, si, casi veinte de diferencia, situación que no me incomodaba en absoluto, por el contrario, era el tipo de hombre que me deslumbraba
El primer contacto sería en un break, una consulta como asistente, una respuesta como instructor, una repregunta y antes de despedirnos esa noche, ya teníamos una cita
Mis padres nunca lo aceptarían, un hombre contemporáneo a ellos, que ya tenía cuatro hijos, y que venía de dos divorcios, sin dudas no era lo que habían imaginado para la princesa de la casa
Con todo en contra, nos fuimos a vivir bajo el mismo techo, era una jovencita idealista y era muy feliz al imaginar como sería mi familia junto a él
Tenía muchos amigos y colegas profesionales, y entre tantos conocería a Juan Solonski, un descendiente de polacos, rubión de ojos claros, él era arquitecto, de la misma edad de mi esposo y colega de trabajo en algún tiempo atrás
Juan tenía esposa e hijos, por el contrario de mi Juan, era un tipo familiero y ahí había un contrapunto entre ambos y ese contrapunto tendría una final predecible
Mi marido se auto percibía siempre con aires de grandeza, se sentía por encima de su amigo, porque apenas era arquitecto, ni hablar de lo que pensaba de una simple decoradora de interiores
En verdad a mi no me importaba, en mi balanza personal siempre la familia estaba por sobre todo, y cualquier sacrificio valía la pena, incluso dejar de trabajar, mi vocación podía esperar si es que era feliz junto a Juan
Pero Juan era diferente, para él, su carrera estaba por encima de todo, y en un tiempo entendería el por qué de sus dos fracasos matrimoniales
Yo me había propuesto cambiarlo, un poco moldearlo a mi manera, a ablandarle el corazón y en un principio todo fue medianamente bien, yo limpiaba la casa, aseaba sus ropas y lo esperaba con ricas comidas, y Juan era compañero en esos días, pero poco a poco, su instinto de depredador lo llevaría nuevamente a sus vicios, empezó a estar frío y distante conmigo, y la relación empezó a resquebrajarse
Empezamos a discutir en los pocos tiempos que pasábamos a solas, le pedía que trabajara menos, pero él se aferraba al poder que le daba su trabajo y su dinero, además los problemas con sus ex empezaron a resultarme particularmente molestos, donde pretendía estar al margen, pero como una bola de nieve terminaba arrastrándome, donde sin merecerlo recibía los insultos por relaciones anteriores en las que nada tenía que ver
Juan me decía que no me metiera, pero como hacer? si solo era imposible
Le dije que necesitaba mi propio espacio, ocuparme en algo más que en los quehaceres domésticos, que extrañaba un poco mi profesión, y aunque ser una decoradora de interiores jamás estaría a la altura para un ingeniero civil, pues lo mío era lo mío
Nunca olvidare su respuesta tan hiriente como desmotivadora
Bueno, si necesitas andar acomodando plantitas en un cuarto, adelante, no me opondré, solo no interfieras cuando esté diseñando puentes…
Y sería el mismo Juan, mi esposo, que me contactaría con Juan, su amigo, al que también le dejaría sus bendiciones al decir
Es mi amigo, pero es un perdedor, siempre con sus proyectos mediocres…
Y así un poco como agarrado de los pelos empezaría a trabajar con Juan, el diseñaba casas, departamentos, o solo restauraba propiedades para darle un toque moderno y fresco y ganarse algunos pesos de por medio
Y ahí es donde entraba yo y me llevaba mi pequeña tajada, Juan tenía demasiadas ocupaciones y no podía con todo, así que me llamaba cada tanto para que hiciera mi magia
Me llevaba bien con él, Juan era un tipo que me hablaba mucho de cuando amaba a su mujer y a sus hijos, y era tan efusivo en esos momentos que se le notaba demasiado en esos hermosos ojos claros que portaba
Y obviamente, eso me pegaba, porque este Juan tenía lo que yo añoraba en el otro Juan
Y también a veces, hablábamos de mi Juan, de lo que a mi me pasaba, y este otro Juan, cada tanto dejaba escapar sus sensaciones al respecto, para él mi marido era un excelente profesional, el mejor, pero cuando de familia se trataba decía que le pondría un aplazo
Lo hacía culpable directo por los fracasos con sus ex, y lo que él me contaba era justo lo que yo estaba viviendo
Y sin querer, poco a poco, me fui enredando con este Juan, aunque las cosas solo iban por mi lado, lo asumo, pero yo admiraba todo lo que él era y deseaba con fuerzas ocupar el lugar que su mujer ocupaba
Y poco a poco me empecé a mostrar complaciente con él, a ser provocativa, insinuante, y aunque él jamás pretendía avanzar un milímetro mas lejos de lo profesional, yo sabía que para un hombre, una veinteañera como yo le resultaría demasiado difícil de evitar, por más que se llenara la boca hablando de su perfecta familia
Sabía que estaba mal? si, me importaba? no
Estaba dispuesta a probar su veneno, solo necesitaba una oportunidad
Esa oportunidad llegaría esa tarde, después de mi jornada diaria, me cambié para ir a ese encuentro programado con Juan
Recuerdo ponerme una camisa blanca ajustada, dejando suelto un botón que normalmente sería el primero en abrochar en mi escote, para marcar un poco por demás el nacimiento de mis pechos en una forma un poco llamativa, también recuerdo haberme puesto una falda azul corta, a media pierna, o tal vez un poco más corta aún
Tenía intenciones ciertas de llegar lejos con el amigo de mi marido, fantaseaba con esas ideas, como saben, Juan era un tipo atractivo y bueno, solo me gustaba jugar el juego
Llegué a la hora pactada, él ya estaba en el departamento, y me permitió el paso por el portero eléctrico, subí por el ascensor los ocho pisos, me esperaba ya con la puerta abierta, bajo el umbral, recostado a un lado, con un jean celeste y una camisa también blanca, y también con un botón suelto más de lo lógico, nos saludamos efusivamente con un beso en las mejillas y me invitó a pasar para que echara un vistazo al nuevo proyecto
Realmente tenía muchas posibilidades, los amplios vidriados que iban del piso el techo en dos de los cuatro laterales me dejaban ver con nitidez a las personas de un par de edificios continuos, edificios de oficinas donde todos parecían estar enfocados en sus trabajos
Me gusta esto – dije mientras miraba hacia afuera – aunque ciertamente le quitan intimidad, hay que poner cortinados completos
No – respondió él rebatiendo mi punto – los vidrios de este edificio son espejados, nadie puede ver desde fuera, pensé que lo habías notado al llegar
Si que lo había notado, pero solo hubiera querido que el siguiera mi punto, no se, me imaginaba haciéndolo con él y que todo el entorno pudiera observar, el papel de hacerlo en público me encendía, y un poco me apagó que el confesara que nadie podría observarnos
Seguí recorriendo, observando, ya iba tomando algunas ideas de cambios, de colores, y Juan seguía mis pasos en silencio, como mascota
Llegamos al dormitorio donde otro amplio ventanal nos dejaría ver el esplendor del sol que ya empezaba a caer de lleno por el horizonte donde tendríamos otra sorpresa
Desde el cuarto superior llegaban los sonidos nítidos y acompasados de una cama chirreando, acompañado por gemidos retenidos de una mujer, evidentemente estaban haciendo algo más entretenido que nosotros, nos miramos con picardía y nos reímos contenidos
Bueno… – dije – no se me ocurren muchas ideas al respecto, tenemos un problema de aislación
Juan se mantuvo en silencio, aunque yo esperaba que avanzara de una vez por todas, me sentía toda mojada por la situación, pero Juan, se mantendría al margen
Volvimos al comedor principal, y a la cocina, donde quería ver algunas cosas arriba de los muebles, en la parte alta, donde no llegaba, Juan trajo una silla para que me subiera y respondí
No, no, me da vértigo…
No temas, yo te ayudo – respondió de inmediato –
Me subí y traté de ver, fue cuando sentí las fuertes manos masculinas sosteniéndome por los muslos, arriba de las rodillas, Dios! lo sentí muy caliente, al punto de olvidar el motivo por el cual estaba ahí arriba
Solo pasaron unos minutos, y sus manos subieron un poco, y otro poco, mientras yo respiraba con cadencia, sentía ya sus falanges demasiado cerca de las líneas de mis glúteos y solo ahhhh!
Al bajar de la silla, sus manos no se despegaron de mi piel, me sostuvo casi en el aire, y conforme me dejaba bajar sus dedos se fueron colando por debajo de la pollera, terminando directamente en mis nalgas, y no hubo más que decir, nuestras miradas hablaron por nosotros, me estiré en puntas de pies para robarle un primer y profundo beso que se haría infinito y derrumbaría todos los obstáculos
Juan fue directo al grano, sin rodeos, tomó una de las sillas y la acomodó frente al ventanal, de frente, me hizo sentar sobre ella, metió sus manos y me hizo a un lado la tanga, sin quitármela, se arrodilló al medio, hizo que me acomodara y me empezó a chupar la concha
Que diablos, estaba toda mojada y sus labios en mi sexo se sentían a gloria, le acariciaba los cabellos mientras él estaba perdido entre mis piernas y miraba hacia afuera, hacia los ventanales linderos, y la perversa sensación de que pudieran vernos me encendía mas todavía, aunque no fuera posible, aunque solo fuera una fantasía
No tardaría mucho en venirme, contraje mis piernas por instinto y el me las tuvo con firmeza hasta hacerme explotar
Subió a besarme y en su boca tenía sabor a mi, me encantó y ahora deseaba su verga, y como la deseaba, me urgía ser penetrada!
Me llevó sobre la mesa principal y me dejó arriba, con premura, con locura, y solo lo hizo, fuerte, profundo, exquisito, hasta el fondo una y otra vez
Con desesperación me abrí la camisa y busqué bajo el sostén, me ardían los pezones, y al mismo tiempo trataba de llegar a sus bíceps y a su pecho, soltando los botones que me impedían hacerlo
Juan jugaba con sus dedos, acariciando mi conchita, llevando mis propios jugos a mi esfínter, lo sentí pasar por el acariciándolo, y en esa locura caliente en la que vivía perdí noción de cuantos dedos me colaba por detrás, solo sabía riquísimo
Le pedí que no me acabara adentro, pero al mismo tiempo lo retenía por las nalgas para que no pudiera sacarla, y cuando el semen caliente de mi amante rebalsó mi sexo mientras le regalaba un segundo orgasmo sentí que tocaba el cielo con las manos
Juan me levantó de la mesa y me llevó a un sillón que daba al ventanal, sentí que el semen chorreaba entre mis piernas, y por mas que imploré no le importó que mi ropa interior y mi pollera se manchara, yo había ido por un tema profesional y estaba envuelta en un enloquecido acto sexual, me puso en cuatro, sacando culo para su lado, me dio una fuerte nalgada y eso me encendió nuevamente
Hijo de puta! te gusta nalguearme?
La respuesta de Juan fue intentar dármela por el culo
No, no! hijo de puta! por el culo no!
Recibiría una nueva nalgada, y una penetración profunda por detrás, entró completa, y empezó a romperme el culito, me sentía tan puta, aun me negaba pero mis negaciones dieron pasos a gemidos descontrolados, solo me toqué con fuerzas mi excitado clítoris y mientras me rompía el culo a su antojo le regalaría un tercer orgasmo
Juan me llenaría los intestinos de semen para dar por terminado el juego, para retirarse a un lado y observar como si yo fuera su obra de arte, llena de sus jugos por todos lados, por mi cuerpo, por mi tanga, mi pollera y hasta mi camisa, me sentí fatal al recobrar la cordura y recordar que para mi esposo solo estaba en una tarde de trabajo con su amigo
Aproveché la oportunidad que me daba ese departamento y fui por una ducha donde limpié mis prendas con sumo cuidado, para luego tratar de secarlas con un secador de cabellos que para mi suerte había en el baño
Juan me miraba a la distancia con cierto regocijo, viendo que complicada se me hacía la vida como mujer, para él era solo guardar su verga entre las ropas y ya estaba, su esposa jamás sospecharía, pero yo…
Tomó el celular y llamó a Juan, su amigo, mi esposo, le dijo que lo disculpara y por su culpa todo se había demorado, que todo estaba bien, y que recién nos encontrábamos en el apartamento, que si no tenía inconvenientes compraría una pizza para compartir conmigo y que luego volvería a casa
Mientras hablaba no me quitaba los ojos de encima, y en mi desnudez me hacía cohibir un poco
Luego llamaría a su mujer, y también le diría alguna que otra mentira, para zafar y por último, en un tercer llamado se encargaría del delivery por una pizza, según había dicho
Por alguna extraña razón había demasiado silencio en esa mesa, era asumir que habíamos pasado una barrera y ya no habría retorno, me había encantado y temía tanto volver a repetirlo como ya no volver a hacerlo, es que Juan, este Juan, representaba todo lo que anhelaba en mi Juan y comprendí que esto era mucho más que sexo
Mientras comíamos esas ricas porciones de pizzas, mi ocasional amante comenzó a hablar en voz alta, como meditando, con cuidado, noté que trataba de no pisar en falso y no herirme
Sandra, no se como decir esto, no me malinterpretes, pero sabrás que esto no estuvo bien, y no es que no me gustara…
Sabía que le había gustado, y sabía por donde irían sus próximas palabras, y no me equivocaría
Sabes que yo amo a Carla, y a mis hijos, yo no podría separarme de ellos, no estoy dispuesto a perderlos, y tampoco voy a engañarte, a prometerte cosas que nunca sucederán, porque siempre estarás en segundo lugar y eso no cambiará, no te veo en un rol de amante, y a mi, no me agradaría tener una
Me encogí de hombros, suspirando profundo y resignada, y no porque me doliera, sino porque era real, y prefería darle un corte a vivir una fantasía
No, no, – dijo él tomándome por las manos – eres hermosa, joven, y lo hiciste muy rico, pero no quise abusar de ti si eso es lo que sentiste…
Juan se mostraba incómodo tratando de justificar algo que para mi estaba claro, y aunque no fuera necesario largó las palabras justas, las que yo me repetía y me negaba a escuchar
Sandra, te imaginas el futuro? como sería? los dos juntos, hermoso en un principio, pero yo no podría escapar a una guerra eterna con Carla, también te traería los problemas con los chicos, y cuando te des cuenta mis problemas serían tus problemas, y te cansarías, tarde o temprano, y cuando te des cuenta, tendrás otro Juan, igual al que tienes ahora, y te preguntarás, valió la pena?
Le pedí entonces que ya no hablara, que ya era suficiente, que solo termináramos la cena y que diéramos vuelta a la página, y que solo conserváramos ese día como nuestro día
Meses después la historia con Juan, mi marido, tendría punto final, sería su tercera ex, pero al contrario de las dos anteriores, no me interesaría una eterna confrontación, solo pretendí un adiós por siempre
Tampoco intenté quedarme con Juan, su amigo, mi amante, el tenía una familia demasiado perfecta como para intentar meterme al medio, y solo cerré esos contactos para empezar a establecerme por mi cuenta
Y como Juan me había dicho esa noche compartiendo una pizza, aun era hermosa, joven, y por cierto, lo hacía muy rico, ya vendrán nuevos amores, seguro, alguno a mi medida
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