Desde siempre mi sueño ha sido hacerlo en una orgía con tres hombres, pero no sólo con esa cantidad exacta de los representantes del género masculino, sino que fueran hombres negros, una cualidad imprescindible.
Por todos los lugares que pasaba buscaba con mi mirada a los especímenes adecuados. Pero a pesar de que había muchos candidatos yo sabía que era poca la probabilidad de reunir tres, y menos que quisieran organizar una especie de orgía sexual.
Así que decidí apelar a todo mi ingenio y argucia. Tengo buenas amigas entre la comunidad negra de mi ciudad por lo que les pedí venir a una fiesta y traerá a todos los hombres posibles con el pretexto de animarla más.
Y allí me encontraba en pleno esplendor de color, con mis ojos llenándose de verdaderos especímenes de raza negra, todos musculados y con cuerpos trabajados, y jeans ajustados que hacían resaltar sus enormes paquetes.
Seleccioné a tres de los que más me gustaban y les dije a cada uno que subieran al salón de arriba que tenían una sorpresa especial esperándoles, que por supuesto era yo.
De repente sin previo aviso sentí que uno se acercaba por detrás y me obligaba a abrirme de piernas. Me izó sin esfuerzo y me clavo encima de su enorme polla mientras me mantenía en vilo.
Nada más entrar en el salón oyeron como se cerraba la puerta con llave a su espalda y al darse la vuelta me vieron a mí con un sugerente conjunto de lencería negra y con tacones que no desmerecían las mejores pasarelas. Al principio estaban confundidos pero se les pasó pronto al ver mi mirada.
Me acerqué y les di a cada uno un beso en la boca jugando con su lengua y restregando bien mi cuerpo. Cuando estuvieron a punto les ordené bajar los pantalones y me entretuve un rato jugando con sus ingenios mecánicos que se ponían más duros a cada minuto.
De repente sin previo aviso sentí que uno se acercaba por detrás y me obligaba a abrirme de piernas. Me izó sin esfuerzo y me clavo encima de su enorme polla mientras me mantenía en vilo. No me soltó hasta que se corrió.
El segundo prefirió follar mi enorme culo, mientras que al tercero le gustó abrirme más de piernas mientras formaba una danza rabiosa entre mis muslos. Tras terminar lamió mi coño de despedida y bajamos sin que los demás se dieran cuenta de lo que había pasado arriba.
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