Sus tetas eran más bien chicas y sus aureolas oscuras con pezones erectos. Su vientre era plano como una tabla y tenían unas caderas moderadas y unos piernas y muslos robustos. Pero lo mejor era su coño aromático
Dianet era de esas mujeres que todo macho quiere singarse. Cuando la conocí ella tenía treinta y dos años y ya estaba casada. Yo apenas tenía veinticinco y llevaba un año de novio con Liz. Dianet y yo coincidimos en un curso en el mismo hospital, ella era ya una especialista formada y estaba haciendo un diplomado, yo estaba apenas en el último año de mi especialización, ya no recuerdo cómo empezamos a tener sexo, solo sé que nuestra relación duró unos dos meses y que follamos muchísimo. En esa época solía decir que mi sexualidad se dividia en antes y después de Dianet.
Ella era de piel trigueña y de pelo ondulado corto, tal vez con algunos genes de negro en su ADN. Tenía una figura soberbia, recuerdo un trasero bien parado y firme que asomaba entre sus pequeñas braguitas. Sus tetas eran más bien chicas y sus aureolas oscuras con pezones erectos. Su vientre era plano como una tabla y tenían unas caderas moderadas y unos piernas y muslos robustos. Pero lo mejor era su coño aromático, tenía un vello púbico negro y cortado a tijeras y unos labios mayores gordos y oscuros. Su vagina era limpia, pero desprendía un fuerte olor a hembra que me desconcertaba.
con sus manos expertas me sacó la polla y comenzó a tragársela toda mientras me masturbaba, acabe muy rico en su boca con abundante semen espeso de joven veinte añero.
En aquel entonces mi experiencias sexuales eran muy limitadas, solo había estado con chicas menores o contemporáneas conmigo, pero Dianet era otra cosa, Dianet era una mujer dándose un gustazo con un yoguril, recuerdo que en nuestro primer encuentro no pude follarmela, estaba tan tenso que mi joven polla no estuvo a la altura, de modo que me consolé mamandole el bollo y tragando sus fluidos vaginales con ese olor desquiciante. El segundo encuentro fue otra cosa, logre meterle la pinga a ese maravilloso bollo de treinta y dos años y así estuvimos viendonos a diario aprovechando que su marido andaba viajando fuera del país. Ella y su marido acababan de adquirir un nuevo departamento, pero aún no lo habitaban pues estaban haciendo algunas reformas, así que una tarde Dianet me llevo a lo que sería su nueva habitación matrimonial. Tenía solamente un colchón nuevo en el piso y algunas cajas. Recuerdo que me tendi en ese colchón y Dianet se sentó junto a mis piernas, al rato, con sus manos expertas me sacó la polla y comenzó a tragársela toda mientras me masturbaba, acabe muy rico en su boca con abundante semen espeso de joven veinte añero. Finalmente, le saque la ropa toda y me la temple riquísimo estrenando su colchón nuevo y su habitación matrimonial.