Crees tu que sexo entre primos es incesto ?
Mi primo es unos años mayor que yo, pero a pesar de ello siempre nos hemos llevado bien. Un día de estos apareció hecho un mar de lágrimas por casa. Mis padres estaban fuera y todo estaba en silencio de un apacible día de verano.
– ¿Hola Antonio ¿Qué te pasa? Le pregunté yo sinceramente preocupada.
– Es que mi novia me ha dejado y estoy muy triste
Me acordé de aquella novia suya rubia y presumida que siempre miraba a la gente por encima del hombro y me alegré de que por fin haya desaparecido de su vida. No es me haya hecho nada sinceramente, pero esa forma suya de actuar no me gustaba un pelo.
– No te preocupes, todo se solucionará – le intenté animar yo. Ya verás cómo encuentras a otra mejor.
Mi primo no me respondió pero me miró de una forma rara que yo no supe como descifrar. De repente me asió de los brazos y buscó mis labios con ansia.
– ¿Qué haces? eso es incesto! Me aparté yo ligeramente aunque empezaba a jadear.
– Sólo darte lo que hacía tiempo quería darte, – me respondió mirándome fijamente a los ojos.
Mi corazón latió desbocado, porque aunque no lo quería reconocer hace tiempo que mi primo me atraía muchísimo. Estos ojos suyos grises sobre el fondo de una tez pálida y un pelo negro, este cuerpo musculado de gimnasio, mmmm… Y dejé de hacerme la dura cobijandome en estos brazos que me abrazaban a la vez con ternura y con autoridad.
Aunque no lo quería reconocer hace tiempo que mi primo me atraía muchísimo
Tras besarme un rato dulcemente mi primo decidió pasar a mayores. Me apartó la camiseta fina de tirantes que llevaba y me lamió los pezones hasta ponerlos bien duros. Tras darme la vuelta sobre el sofá empezó a acariciarme el culo con su ya considerable protuberancia tras los pantalones cortos que llevaba.
Gemí de placer y me di la vuelta para desabrocharle la bragueta, pero en vez de hacerle una mamada empecé a pasar mi mano arriba y abajo por el tronco del peno hasta dejarlo bien duro. Después me aparté la casi inexistente tira del tanga y me introduje su miembro rozando los lados de la vagina y sin dejar de mirarle fijamente.
Mi primo empezó a jadear y a moverse apoyando las manos en mis rodillas para darse un mayor apoyo. No se corrió durante mucho tiempo consiguiendo que el rato de placer y de intimidad se prolongará hasta el infinito.
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