‘Las palabras justas’ intentan resumir un poco mi pasado más reciente, una forma indirecta de seducir con palabras
Llevaba ya una decena de años ganándome la vida en un reconocido centro de análisis clínicos de la ciudad, había empezado a trabajar en ese sitio recién pasado los veinte, como una oportunidad pasajera, y solo se dio que me fuera de anclando a ese lugar, así que con treinta y tres cumplidos podía decirse que era la más veterana del lugar.
En general, las chicas que trabajaban, porque solo eran cupos femeninos, variaban entre secretarias administrativas y analistas de laboratorio que iban entre los veinte y los treinta años, era el perfil buscado y la paga no era muy buena, por lo tanto, como dije, eran empleos pasajeros
Pero yo, en especial, necesitaba ese empleo, siendo madre soltera, dependía de esos billetes para la crianza de mi niño y para ayudar a mis padres, con quienes vivíamos bajo el mismo techo y se daba esa situación de gran familia, abuelos, hija y nieto.
Era un tanto cómico y molesto a la vez, cuando Lautaro, mi hijo, era pequeño, solía decirle ‘mamá’ a mi madre, y a mi llamarme por mi nombre, Cecilia, es que pasaba muchas horas trabajando y era ella, la abuela quien lo veía crecer.
Pero no me quejo, era la vida que había elegido vivir, y en parte, un poco pagaba mis pecados de juventud de haberme enamorado de un hombre que no era para mí, y que el saco de ‘padre’ le supo demasiado pesado para llevarlo sobre sus hombros
En el empleo había mucha camaradería en general entre todas las chicas, se había dado un poco naturalmente que yo tuviera cierta ascendencia sobre el resto, por mi experiencia y por mi antigüedad, era como una encargada sin título, y era con quien los dueños solían discutir los temas laborales, aunque eso no implicara algún ingreso extra, pero nunca me la creí, siempre supe que era una más y eso me valió justamente ser aceptada como parte de la manada.
Éramos muy confidentes en general, casi todas, teníamos esos secretos de chicas, donde nuestros temas no eran solo laborales, y pasábamos los límites del instituto, salíamos a divertirnos, a bailar, a buscar chicos, y nuestro grupo de WhatsApp, ‘las doctorcitas’ siempre estaba cargado de información sobre el sexo opuesto, y todas nos conocíamos muy bien
Es que yo, estaba en esos años de necesitar un hombre y no tenerlo, no quería tener a alguien todas las noches en mi cama, pero tampoco convertirme en una moja de convento, como decía mi mamá ‘estás en edad de merecer’
‘Las chichis’ era mi otro grupo de WhatsApp predilecto, mujeres de mi edad, solteras, divorciadas, que teníamos en común nuestros pequeños hijos en años escolares, y era mi otro escape, mi otra diversión, y si no salía ‘de putas’ con unas, lo hacía con otras
Y yo solo era una mujer más, no era la más bonita, tampoco la más fea, y no destacaba por algo en particular, tal vez un rostro bonito, pero no tenía ni por asomo el físico de una modelo, solo una mujer terrenal, como todas, con hormonas que suben y bajan, con dolores menstruales, con miedos y frustraciones, de las que alguna vez lloran por su soledad, pero al mismo tiempo no se animan a la responsabilidad de una relación.
Y esa era un poco la historia de mi vida en esos días, hasta que, en una reunión de trabajo, nos comunicaron que había planes de expandirse, y en eso iba la adquisición de una enorme y antigua casa lindera que estaba abandonada para derrumbarla y levantar un enorme centro paralelo y hacerlo centro administrativo de la firma. El proyecto, empezaría en breve y llevaría por delante, los dos próximos años.
Después de explicar los detalles y que las chicas hicieran todas las preguntas que quisieran hacer, me llamaron en privado, y me anoticiaron que deseaban que yo dejara un poco de lado mis tareas habituales y que me transformara en los ojos y oídos de lo que pasaría en el terreno contiguo, me sonó cómico, qué sabía yo de eso? pero mi función solo sería ser nexo y facilitadora de lo que sucediera
Empezaría a trabajar una nueva empresa constructora, con varios arquitectos, y un ruido a maquinaria que te rompía los tímpanos, me veía ridícula con un casco de seguridad amarillo, era sapo de otro pozo, pero en verdad era algo nuevo para mi y siempre había sido muy curiosa.
Seis meses después, lo heterogéneo de las chicas de un lado, y los chicos del otros se había amalgamado, ya nos conocíamos, y se dieron esos cruces de confianza y amistad.
Y acá, en este punto, Roger, como todos lo llamaban, tomaba la delantera
El era uno de los arquitectos que llevaba adelante la obra, y cada vez que él venía, se armaba un revuelo entre las chicas, la mayoría hablaba de él, la mayoría querían saber de él, la mayoría se hubiera acostado con él, y a sus espaldas confabulábamos secretos de mujeres que un hombre jamás imaginaría escuchar
Es que Roger, no tenía puntos flacos, y al menos, en cada ítem que una mujer pudiera evaluarlo, siempre sacaría al menos un aprobado.
Físico, un hombre alto, entre cuarenta y cincuenta, bien mantenido, su piel parecía estar bronceada al sol, aunque estuviéramos en pleno invierno, usaba el cabello corto y una barba rala de moda que se blanquecía por las primeras canas propias de la edad, aprobado
Estatus, arquitecto, sus ropas dejaban notar un buen ingreso, un coche moderno que siempre lucía impecable a la vista, seguro de si mismo, de tomar decisiones, aprobado
Sexo, cómico, no lo voy a nombrar acá, pero tenía un mote gracioso por el tamaño de su pene, así lo llamaban a sus espaldas y a veces, le jugaban bromas al respecto, aprobado
Carácter, siempre afable, con una sonrisa marcada en sus labios, de hablar tranquilo, de meditar cada palabra, ese tipo encantador que muchas veces dice mucho con la mirada y con gestos, aprobado
Familia, no tenía hijos, pero si una esposa que era demasiado bonita, y de la cual él siempre hablaba maravillas, con orgullo lucía su alianza de oro en su dedo anular izquierdo, aprobado
En fin, como dije, no tenía puntos flacos, y para mi suerte, tuvo una relación especial conmigo, puesto que era ‘la designada’, así que pasábamos mucho tiempo juntos, y había una confidencia especial
Nos seguíamos en las redes mutuamente, y sentía una doble envidia por su esposa, por el hombre que tenía y por lo hermosa que era, es que Roger, un tipo casado tan llamativo, que tan enamorado se veía, solo me creaba un deseo entre las piernas difícil de ocular, y cuando una mujer se calienta con un tipo, todo se hace más predecible
Y es que él siempre comentaba mis estados de WhatsApp cuando subía fotos con las salidas nocturnas de chicas, y muchas veces me preguntaba que hacía, donde iba y hasta con quien andaba, mostrando un juego mutuo de seducción que se iba haciendo más y más peligroso
Y naturalmente, llegaría el día de usas las palabras justas
El fin de semana había pasado por la peluquería, quería probar algo nuevo, y solo me hice dar un tinte rojo en las puntas de mis cabellos oscuros, obviamente, el lunes, él lo notaría, dio algunos rodeos, como mirándome en detalle, mientras hablábamos de trabajo, hasta que no pudo evitar preguntar
Te hiciste algo en el pelo, cierto?
Respondí naturalmente, sumando a eso algo que él ya sabía, que hacía unas semanas había empezado a ir al gimnasio
Si, te gusta? es que como dicen ustedes los hombres, como era? sí, cierto, ‘me estoy poniendo más cogible’
Roger no pudo contener una carcajada por lo inesperado de mi respuesta, pero como un gran jugador de naipes, redobló la apuesta
Ceci, Ceci, te lo digo como hombre, lo último que te miraría para cogerte sería el color de tus cabellos…
Y sin esperar sentenció
Claro, al menos que me dijeras, que también ahora tenés detalles en rojos entre tus piernas…
El grado de provocación iba en aumento, entonces no dudé en responder sabiendo donde pegarle
No querido! ahí no pierdo tiempo! ahí eliminé el problema de raíz, depilación definitiva y ya!
Roger estaba contra las cuerdas, y solo atinó a responder
Noooo!!!! con lo que a mí me gusta eso! no podes ser tan criminal! no me podes decir eso!
Roger estaba en mi puño, había mordido el anzuelo, y como buena estratega, sabía cuándo tirar y cuando soltar, entonces, pasé el plan B y tapándome la vista con una mano dije
Basta Roger! lo que me haces decir! mirá, estoy toda sonrojada
Y solo lo deje ahí, había sembrado la intriga, el deseo, la perversión
Esa tarde, al día siguiente, y al próximo, cada vez que nos cruzábamos, cada vez que nos mirábamos, notaba que Roger volvía a esa conversación, cada vez solo me decía
Quiero que sepas, que solo te imagino desnuda…
Y eso me excitaba mucho, demasiado, y como yo lo evadía, solo me dijo
Para poner el juego en igualdad, tal vez te interese saber que yo también me depilo ahí abajo
Maldito, me mordí los labios, me delaté, él pudo notarlo y todo se iba dando
Día viernes, los muchachos se habían retirado, no había nadie en la obra y fui por unos temas a resolver, Roger me llevó por uno de los nuevos corredores, y cuando tuvo la suficiente intimidad pareció acorralarme, y solo me dijo que era una puta y que lo estaba enloqueciendo, fue la primera vez que me besó, con pasión, con ese primer beso enloquecido y caliente, me apretó las nalgas, y con esfuerzo intentó colar una mano bajo el frente de mi jean, obviamente intentando llegar a mi sexo, solo que estaba tan ajustado que no podía lograrlo, entonces riendo en forma perversa lo aparté y le dije
Degenerado… que estás buscando? que querés ver?
Entonces respirando dijo
Acá no, es peligroso, vamos a un telo
Y en segundos estábamos en su auto, al fin me iba a llevar el premio mayor de la lotería, estaba por corromper a ese hombre perfecto, al hombre fiel, y miraba su alianza de matrimonio que brillaba sobre el volante del coche
Estiré una mano para masajear su verga por sobre el pantalón y decirle al oído
Se comenta por ahí que estás muy bien dotado, como te llaman los muchachos?
Entre risas y caricias nos encerramos entre cuatro paredes para hacerlo, sería un comienzo un tanto frío y parco, a un lado, él, como un arquitecto demasiado estructurado, se quitaba una a una sus prendas y las acomodaba prolijamente sin reparar en mi presencia, por mi lado, sentada sobre la cama, hacía lo propio por mi parte, solo que tirando todo por cualquier sitio, reparando con mi vista en la perfección de su belleza masculina, aun incrédula por el bombón que estaba por engullirme
Entonces si, cuando tuve su atención solo creí morirme de la impresión, su verga en reposo colgaba casi a medio muslo y por mucho, era intimidante, y hasta diría que en ese punto me había arrepentido de mi conquista, pero el avanzó decidido y sentenció
A ver? esa rica concha depilada?
Y como si se tratara de una toma de yudo, me sometió contra la cama usando una de sus grandes manos, se arrodilló y se coló entre mis piernas, para empezar a darme un rico sexo oral, pronto empecé a gemir, quería que me cogiera, probar su mástil, pero él hacía a su antojo, anclado en las profundidades de mi mar, en mi salitre de mujer
Roger acariciaba mis pechos, todo iba demasiado bien, pero de repente, pasó esas manos hacia mi espalda, y con su fuerza varonil se incorporó y me arrastró consigo, como si fuera una equilibrista de circo, quedé sentada sobre sus hombros, me sostuve con las piernas, y me llevó contra una de las paredes, para usarla de reposo y siguió comiéndome la concha, tan incómodo como placentero
Me excitó en demasía, podía tocar el techo con las manos y de echo lo hacía para asirme y sentirme segura y contrarrestar ese vértigo que me carcomía
El no se detendría, y no lo hizo hasta sacarme el primer orgasmo de ese día
Luego de mis gemidos, me bajó lentamente, centímetro a centímetro, deslizando mi cuerpo sobre el suyo, hasta sentir su palanca hacer tope entre mis piernas, me besó, me besó apasionadamente y sentí su fuego en mis labios, le acaricié la pija, la quería dentro, lo llevé de nuevo hacia la cama y me dejé caer abriendo mis piernas para él, Roger vino sobre mí y solo lo hizo
Pegué un grito y esta vez no sería de placer, me partió al medio, él solo se sonrío y empezó a moverse
Duele, duele! es muy grande! ay ay!
Protestaba porque en verdad dolía, aunque me gustaba, me llenaba toda, me hacía sentir puta, sucia, y la imagen de su rica esposa se cruzó por mi cabeza, – esa mujer, todos los días se come esto! que afortunada – pensé
Roger proponía un sexo sucio, salvaje, me estaba mordiendo, me apretaba la garganta, y era tan peligroso como sexi, acaricié su verga, estaba empapada por mis jugos, y solo para pagar con la misma moneda me unté bien los dedos índice y anular y se los enterré por completo en su culo, para empezar a moverlos en su interior, él lo permitió y por unos segundos siguió el juego, hasta que dijo
Puta! quieres jugar sucio?
Saltó como un gato enjaulado, me arrastró y mi cabeza quedó casi colgando al extremo de la cama, tomó su sexo entre sus dedos y golpeó con él en mi rostro un par de veces, me ordenó abrir la boca y me la metió, apenas entró la cuarta parte cuando hizo tope en mi garganta, pero él no quería que se la chupara, no, él quería saciar sus bajos instintos, entonces empujó un poco y un poco más, forzándome, y era demasiado, pero él no se detendría, disfrutaba ver como yo me retorcía y sentí como mi pobre garganta se abría a más no poder y como su pija me perforaba
Sentía la saliva escurrir entre mis labios, me costaba respirar y al final el topó con sus pubis en mis labios, la sacó unos segundos, respiré agitada, me faltaba el aire, pero volvió a hacerlo, toda adentró, hasta el fondo, me parecía sentir su glande en mi estómago, maldito perverso, y empecé a masturbarme muy rico, es que no podía evitarlo.
La espiral se hizo ascendente, agregó dinamita al juego, con sus dedos apretaba mi nariz, solo no podía respirar, me faltaba el oxígeno y la sensación de impotencia era inexplicable, y solo seguía y seguía, hasta que se vino en mí, su semen a chorros bajó por lo profundo de mi esófago, no sentí nada, fue demasiado profundo, sacó su verga, y me senté, no podía respirar, tenía la garganta destruida, se me dificultaba tragar, mi rostro estaba lleno de lágrimas y saliva, pero Roger aún estaba en juego
Solo me puso con violencia en cuatro patas, me hizo sacar culo, con mi pecho sobre el colchón, me escupió con fuerza en el esfínter y me metió con rudeza un par de dedos
No, no, por el culo no! – dije de inmediato –
Pero él me dio un par de fuertes nalgadas y respondió
Callate puta, vas a ser lo que te diga!
Y ya estaba lubricando y lubricando, metiendo y sacando, dilatando y dilatando, sentí que metía un tercer dedo, me hacía gritar, se acomodó por detrás, y descubriría que lo de mi boca no sería nada con lo que estaba por venir, su glande duro y enorme no pasaba por culito a pesar de lo abierto que ya estaba, dolía, puta madre, tomé una almohada que estaba a mi alcance y la mordí con fuerzas para acallar mis gritos, porque cuando lo sentí penetrarme creí que moriría
Roger empezó a dármela con fuerzas por el culo, y yo solo estaba entregada a él, disfrutaba complacer su masculinidad y ser su perra sumisa, y tuve orgasmos impensados, raros, diferentes, mientras me sodomizaba
El, pasó una de sus piernas hacia adelante, y apoyó su pie sobre mi rostro, humillándome más todavía, y solo siguió hasta que lo sentí eyacular nuevamente en mi interior.
El viaje de regreso fue un tanto raro para mi, confieso que iba sentada un tanto de lado, reposada sobre mi nalga y mi cadera, por la forma en que me dolía el culo, y cada vez que tragaba sentía mi garganta dislocada.
El había hecho lo que había querido conmigo, pero asumí que m había encantado y que ningún hombre jamás me había tratado así
Hablamos un poco, y Roger me confesó y agradeció al mismo tiempo, había realizado conmigo muchas fantasías, fantasías que su propia mujer le impedía concretar
El lunes, en una nueva jornada laboral, los marcados moretones en mi cuello y hombros, y los profundos rasguños en mi cuerpo eran las secuelas de una guerra que había peleado en una cama.
Y ese día las cosas serían un tanto diferentes, las chicas estuvieron alborotadas, es que tuve que contar en detalle a las lo que había vivido, no pude evitarlo, me había sacado el premio mayor! y no me importó narrar lo que acabo de escribir, mis compañeras me escuchaban con suma atención, preguntaban, reían, envidiaban y en los próximos días, Roger, se transformaría en el más preciado objeto de deseo, a su paso, a las chicas se le caían las tangas, se regalaban como putas y hasta se hacía cómico
Roger y yo nos transformaríamos en amantes, todas mis compañeras lo sabían, todos sus empleados lo sabían, era algo demasiado evidente, solo su esposa, que tenía aires de diva no podía – o no quería – verlo
Alguna que otra vez solo nos cruzábamos por esas cosas del destino, era cómico, me miraba como desde arriba, como si yo no estuviera a su altura, pero yo por dentro me reía de la situación, es que yo, el bichito feo me estaba comiendo a su marido y la hacía ver como cornuda ante todos.
La vida de amantes con Roger siguió por un tiempo, incluso después de que terminaran los trabajos de arquitectura, cuando el proyecto había concluido y ya no había razón para trabajar codo a codo. Y solo el tiempo nos distanció, solo teníamos el sexo en común, y cuando todo se empezó a hacer rutinario en la cama, nos dimos cuenta que habíamos perdido la magia y nuestros romances ya no tenían razón de ser.
Llegaron nuevos hombres a mi vida, pero a pesar de que le enormidad de su verga me marcó para siempre puedo decir que no viví el sexo como lo viví con él
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