Con Cintia estábamos en planes de casamiento, habíamos comprado algunos muebles de hogar para nuestra futura convivencia y andábamos buscando algún sitio donde alquilar
Esa noche, era una salida como de costumbre, de paseo, tomados de la mano, nos gustaba improvisar, no atarnos a planes y así, podíamos ir solo a caminar, o un shopping, tal vez al cine, solo por un helado, o como en esa noche, en la que el destino nos llevaría a las puertas de ‘Coliseo’, un restaurante que era bastante popular y aun hoy en día lo sigue siendo.
En la recepción, en la misma entrada al local, nos atendería una jovencita que cambiaría mi vida para siempre, no sé cómo puedo decirlo, no era por su físico, aunque era muy bonita, ni por su hablar, ni por su vestir, ni por su estampa, tan solo fue su mirada
Es que su mirada era como perversa, adictiva, como que sus ojos decían cosas oscuras de ella, como un imán, era esa sensación de querer saber, y me bastaron tan solo unos minutos de diálogo para entender que me metería en un enredo sin salida
Ella nos acompañó hasta una de las mesas disponibles y luego se desentendió de nosotros, tenía mas comensales a la espera, y pronto nos atendería el mozo que nos tocaría en turno
Sería una noche atípica, Cintia me veía distraído, en otro lado, como que no le llevaba atención y es que solo me dedicaba a ver en forma muy sutil para que mi chica no lo notara, cada paso, cada movimiento, cada acción de esa joven que nos había atendido minutos atrás y que ahora me quitaba toda la atención
Volvería al día siguiente, sin esperar, cuando recién abrían al público y aún era temprano para que estuviera atareada con su trabajo, ella estaba en los preparativos previos, con su pollera negra a media pierna, medias de nylon muy elegantes con zapatitos al tono, camisa blanca, chaqueta también negra y con sus cabellos perfectamente recogidos, con su rostro en un discreto maquillaje y solo busqué por todos los medios sacar algún tema de conversación
Me llamo Agusstina, con doble ‘s’ – me dijo – pero puedes llamarme Agus
Después de arrancarle una primera cita, me enloquecí con ella, me cegué y ya nada me importó
Tiré seis años de noviazgo con Cintia a la basura, le romí el corazón y fui el culpable de todas sus lágrimas, me gané su odio y su desprecio, pero con Agus, en un par de meses había vivido todos los colores del arcoíris que ella jamás me haría vivir
Agusstina era decidida, libre, atrevida, terrible en la cama, como pocas, y siempre esa mirada, esa mirada que decía mucho más de las palabras que salían de su boca, porque ella era extrovertida cuando necesitaba serlo y reservada cuando era la ocasión, y sabía guardar sus oscuros placeres bajo siete llaves, y eso solo me enloquecía, explorar su lado oculto, ese lado que jamás dejaba mostrar
Le conté de mi historia, de mi familia, de mi forma de ganarme la vida, ella de la suya, y en especial como había llegado a trabajar en ‘Coliseo’
Me dijo que el dueño, un tano machista de los que ya no hay, tenía muy marcada esa idea retrógrada de que las mujeres solo servían para atender la casa y tener críos, y satisfacer al marido, por lo que no era de extrañar que todo el staff, mozos, cocineros, y todo aquel que tuviera una relación de dependencia con él, fueran solo hombres
También me dijo la causa de que ella, fuera la única mujer en ese lugar, no era por capacidad, ni por necesidad, solo era un favor, un favor hacia su madre, quien por años había sido su amante a espaldas de su padre, y que solo con el fallecimiento de este último, se había blanqueado la situación
Era todo muy retorcido, mi futura suegra era una puta que había engañado a su marido toda la vida, mi futura mujer trabajaba solo por devoluciones de favores y eso no parecía incomodarle, y lejos de tener compasión por su fallecido padre, solo hablaba de él como un viejo estúpido, y veía con agrado el rol de su madre, incluso estando de su parte, una mujer debía hacer lo que debía hacer, solía decir, y era un tanto ilógico en toda la historia que la mujer más feminista se cruzara justo con el tipo más machista
Como fuera, eso era parte de un pasado, de una historia que no era mi historia, pero que, sin dudas, había marcado los genes de la infidelidad en la que se transformaría en mi pareja
Decidimos juntar los pesos que pagaba en alquiler por su departamento con los pesos que yo pagaba por el mío, y en pozo común estaríamos a la altura para una linda casita acorde a nuestras necesidades
Así pusimos en balanza algunas alternativas y nos quedamos con una linda propiedad en un barrio que originalmente había sido levantado por el municipio para personas de bajos recursos, pero que con el tiempo se había potenciado, eran todas casitas gemelas, muy bonitas, que estaban de paso a mi empleo y al restaurante Coliseo
Nos mudamos con rapidez, ya habría tiempo para compromisos formales, casamientos, vestidos blancos y todas esas cosas, solo queríamos compartir el fuego que nos consumía por dentro
Y ahí empezarían a suceder algunas cosas, esas cosas que escondía en su mirada, y esas cosas que me atraían de ella como un imán
El fondo de la propiedad daba a un terreno en común con la casa contigua, apenas separadas por un tapial de un metro de altura en ladrillos, con un tejido por encima, lo que ciertamente quitaba privacidad a ambos lados, así habían sido diseñadas originalmente por un tema de costos y en los años siguientes nadie había hecho ningún cambio
En esa casa, vivía Marco, nuestro vecino
Él era contemporáneo a nosotros, rondando los treinta, un tipo de plata que lucía una enorme motocicleta último modelo, donde deambulaban mujeres todos los días, siempre diferentes, un desfachatado, caradura, nadie sabía de donde sacaba el dinero, pero era obvia su opulencia y se jactaba a viva voz sobre tres temas, motos, fiestas y mujeres
Y el problema de esta clase de tipos tan extrovertidos, a los que le gustan todas, es que justamente no respetan ni a nada ni a nadie, y siempre quieren lo que no tienen y claro, Agus, su vecina, era mujer, mi mujer, y, por lo tanto, estaba en su lista de posibles, importándole nada mi presencia, tornándose en un desafío personal
Empezarían días complicados por así decirlo, yo no podía, estar controlando todo el tiempo a mi mujer, pero uno no es estúpido
A Agus le caía en gracia, era un tipo de buen físico, tentador, y tenía esa desfachatez que muchas veces deslumbra a las mujeres, alguna vez los sorprendí hablando como vecinos, demasiados cómplices para mi gusto.
Noté que Agus solía colgar su ropa interior en el tender de manera que quedara todo a la vista del vecino
Noté que el vecino le regalaba sonrisas cade vez que podía
Noté que Agus salía a tomar sol al patio trasero casi desnuda, cuando él estaba al otro lado
Noté que el vecino también salía a tomar sol con su torso desnudo, cuando ella estaba de este lado
Noté que alguna vez ella fingía estar distraída en el patio, sabiendo que él la observaba
Noté que él alguna vez la ayudaba con los bolsos del mercado
Noté que ella estaba demasiado pendiente de lo que pasaba al otro lado
Noté que Marco, la había invitado a pasear en su moto
El problema, es que yo no estaba al margen, por el contrario, era parte del juego
Con Agus tocábamos muchas veces, tal vez demasiadas, el tema del vecino, sus fantasías, las mías, a ella en verdad la situación la sobrepasaba y en la intimidad, muchas veces jugábamos juegos peligrosos, yo trataba de adivinar esas fantasías que tenía cuando le daba sexo oral y ella muchas veces trataba de adivinar mis sentimientos cuando me decía si me excitaba imaginarla cogiendo con el vecino
Pero lo peor venía de mano de Marco, porque siempre habíamos tenido muy buena relación de vecinos de hombre a hombre, y en algún punto de la historia, noté que mi muer era su tema recurrente, aunque fuera en tono de broma, me tomaba por un hombro como amigo de toda la vida y solía decirme cosas como ‘qué culo tiene tu mujer!’, ‘me la voy a coger en tus narices’, ‘que rico la deba chupar’, y todas las cosas que imaginen, que cualquier hombre hubiera estallado, pero en mi caso, solo no podía y me sentía sometido por mi vecino con un dejo de excitación
Y todo se transformó en un torbellino imparable, porque de los tres, era el único que podía detener eso, pero solo no podía, o no quería
Esa mañana no sería una mañana más, yo me había levantado tipo siete de la mañana, como cada día, para ir a mi empleo, Agus en la cama, como cada mañana, es que ella llegaba a la madrugada de ‘Coliseo’ y dormía hasta el medio día, al salir, Marco, el vecino no estaba de buenas, en la puerta de ingresos a su casa maldecía a su motocicleta que se negaba a arrancar, sus manos estaban engrasadas, había herramientas tiradas y había desarmado algunos componentes, le ofrecí ayuda, si es que necesitaba algo, me preguntó si por casualidad yo tenía una herramienta que él estaba necesitando y creí recordar que si tenía algo para ayudarlo
Volvimos a casa, y sin querer, nos pusimos a hablar en el comedor principal de casa sobre su infortunio mientras con un trapo se quitaba la suciedad de sus manos
No percibimos el volumen alto de nuestras palabras, lo cual, con seguridad despertó a mi mujer y solo apareció sorprendida en donde nosotros estábamos, aunque los sorprendidos fuimos nosotros
Agus estaba con una remerita cortita, como solía dormir cada noche, con sus pechos libres y sus pezones marcados, una pequeña tanga traslúcida la separaban de su completa desnudez y sus curvas se hicieron irresistibles a través de la luz que ingresaba por la ventana, Marco, luego de comerla con la mirada me dijo
Creo que una buena chupada de pija podría sacarme de este mal momento
Y no dije nada, porque creo que era lo que yo deseaba, Agusstina se rió, se acomodó los cabellos a un lado, se acomodó y solo respondió
Veni…
Marco se acercó a ella, lo miró a los ojos, soltó la hebilla de su cinto, luego el botón y cierre del jean y en unos cuantos forcejeos dejó su verga desnuda, a centímetros de su rostro, mientras yo permanecía como testigo de todo
Ella empezó solo a besársela, a chupársela, y en segundos la verga de Marco estaba dura, él me miraba cada tanto y tanteaba mi reacción
Solo se sentían los ruidos de sus mandíbulas crujiendo en placer, sus manos se llenaban con el sexo de nuestro vecino y cada tanto ella me miraba, con esa mirada perversa de la que yo me había enamorado mientras él disfrutaba de la mamada que ella le daba ante mi permiso no solicitado
Agus, una vez que tuvo la certeza de que todo estaba bajo control, hizo una pausa para acomodarse, tomó su celular, se lo dio a Marco y le pidió que filmara todo lo que estaba sucediendo, luego me llamó a su lado, y me pidió que me pusiera cómodo, me acomodé y noté, que desde un plano superior, él se encargaba de mantenernos a los dos en mismo cuadro
Y ella volvió a chupársela muy profunda, creo que nunca lo había hecho así conmigo, estaba demasiado excitada y yo solo observando, de pronto soltó su juguete, giró su cabeza y me besó muy profundo, demasiado profundo y sentí en mi boca el sabor a mi vecino, quien no dejaba de tomar todo con el celular de Agus
Me sentí enloquecido, volvió a chupársela, volvió a besarme, y pasaba su lengua por mis labios, sentí una erección contenida, le metí la mano bajo la corta remera y le acaricié los pechos desnudos, le besé el hombro, el cuello, la mejilla y sentí como la verga de Marco golpeaba en su cachete por el lado interior, casi parecía meterse en mi boca puesto que yo la besaba al otro lado, y que el sexo de su amante improvisado estuviera tan cerca de mi rostro era sencillamente increíble
Y volvió a besarme muy profundo, solo era una locura, y yo notaba sus pezones duros, y solo fui con mi mano entre sus piernas, bajo la tanga, a comprobar cuan lubricada estaba por todo lo que sucedía
De pronto llegaría lo que debería llegar, Marco ya no pudo retenerlo y empezó a eyacular con fuerza en la boca de mi mujer, el semen caliente saltó golpeando su paladar, y fue sobre sus labios, y parte sobre su rostro, y yo solo estaba ahí, presenciando lo que ocurría
Agus no lo dudó, me miró, y volvió a besarme, eterno, profundo y me dio lo que su amante le había dado, y me gustó, sentí la leche caliente de nuestro vecino, me dejó beber sus jugos, lo sentí pasar por mi garganta y su boca supo a pecado
Cuando ya no había quedado nada, un impulso incontenible me llevó a lamer su rostro, su pera, su cachete y todo sitio donde hubiera restos de semen, y la acicale como se acicala un gato, hasta que no quedara nada, hasta la última gota, y todo quedaría inmortalizado tras la lente del celular
Cuando todo había pasado, cuando recobramos la razón, descubrí sentirme avergonzado, me incomodó mirar a Marco a los ojos, me incomodó disfrutar lo que había disfrutado y me incomodó imaginar lo que Agus pensaría de mi
Creo que sería la primera vez que tomaría decisiones, Marco quería cogérsela, ella quería que se la cogiera, pero yo le pedí que se retirara de mi casa, incluso olvidándome que su motocicleta estuviera descompuesta y él estuviera esperando una herramienta
Cuando él se retiró, solo fui al baño, para cepillarme los dientes en forma enfermiza, como queriendo borrar lo que había terminado de suceder, sentía vergüenza, mucha vergüenza
Agus me sorprendería abrazándome por las espaldas, y me dijo que me tranquilizara, que todo estaba bien y que solo había sido muy rico todo lo vivido, sería nuestro secreto
Sentí que el diablo volvía a poseerme, la tome a la fuerza, la subí al lavabo, le corrí esa tanga empapada y solo la cogí con fuerzas, con todas las fuerzas, besándola profundamente tratando de redescubrir en su boca el sabor que el vecino le había dejado
Solo fue uno de los mejores orgasmos de mi vida, y derramé todos mis jugos en su interior antes de irme, ahora si, a mi empleo
Seguiríamos adelante, iguales, pero distintos, Marco no dejaría intentar querer cogerla, ahora envalentonado por lo que había sucedido, y yo solo no podía mirarlo a los ojos, ni hablarle, me daba mucha vergüenza y me aterraba imaginar lo que el pudiera contar por el barrio, cada vez que lo cruzaba y tragaba saliva, me parecía sentir el sabor de su semen pasando por mi garganta y eso me excitaba y me paralizaba al mismo tiempo
Para mi fortuna, Agus, pareció perder el interés por el vecino, era como que ya había vivido que lo que había imaginado vivir y tal vez mi permanente angustia a perderla solo potenciara nuestros lazos de amor
Hablamos mucho de lo que había sucedido esa mañana, y si bien dijimos que no volveríamos a repetirlo, lo cierto es que a ella le había gustado, y a mi también
El sábado cuatro de octubre festejaríamos en familia mi cumpleaños número treinta y tres, pero el verdadero festejo lo tendría dos días después, lunes, cuando ‘Coliseo’ no habría al público
Llegué a casa cerca de las ocho de la noche, como siempre solía hacerlo, Agus me recibió en la puerta de casa, lucía para mi sorpresa un vestido largo, de gala, ceñido, en un blanco sucio que marcaba cada una de sus virtudes, estaba muy rica, muy bien peinada, de una manera que cualquier hombre la hubiera comido de un bocado, me regalaría una copa de champagne y un beso, dejando el sabor de pintura de labios en mis labios, pero ella no estaba sola
Mire por detrás, dos, cinco, siete compañeros de trabajo, cocineros, mozos, a la mayoría los tenía vistos, estaban preparando la cena y para mi fue menuda sorpresa, por esa noche, el restaurante estaría en casa
Después de saludarlos, Agus me dijo que fuera por una ducha refrescante y me pusiera cómodo, que sería un largo festejo, pero lo que sucedería a continuación estaba fuera de mi alcance
Después de media hora, volví al cuarto principal, mi mujer estaba apoyada sobre la mesa principal, usando sus brazos de sostén por el frente, por detrás uno de los tantos compañeros de trabajo había colado una mano bajo el largo vestido, y le sobaba su intimidad en forma descarada, mientras los demás observaban en derredor
La imagen me dejó petrificado, la saliva que pasó por mi garganta al tragar, me llevó a recordar lo que había pasado con Marco, mi vecino, y tuve de inmediato un hormigueo entre mis piernas
Cuando mi esposa notó que yo estaba presente, solo me miró con esos ojos perversos de los que me había enamorado, a distancia, parada sobre sus altos tacos, con sus piernas separadas, permitiendo que esos dedos sucios se colaran en su intimidad
Ella cambió de posición, se recostó sobre la mesa y se abrió toda, noté que bajo el vestido no tenía topa interior, el tipo ahora solo le metería su verga hasta el fondo, una y otra vez, y ella, solo no dejaba de mirarme
Me hizo señas para que fuera a su lado, como lo había hecho con Marco tiempo atrás, y solo le hice caso
Sería cuando el que se la estaba cogiendo, sacaría su verga para acabarle todo sobre el pubis, sobre el clítoris, incluso sobre su vientre, y la magia volvería a suceder, solo nos miramos, sin palabras, fui sobre ella a realizar mi labor, a lamerla, a limpiarla, el semen del macho que se la había cogido ahora sería mío, estaba caliente, rico, perfecto y volvería a sentir ese placer de sentirme un hombre afortunado
Aun le besaba el vientre cuando otro mas se la estaba cogiendo y mientras yo terminaba de hacer mi trabajo miraba de reojo como esa verga caliente la llenaba por completo, solo que esta vez, le acabaría todo dentro
Me hicieron ir al suelo sobre la alfombra que estaba a un lado y Agus vino sobre mi, invertida y solo apoyó su sexo en mi boca para empezar a escupir todos su contenido, para verter el semen en mi boca
Un tercero ahora se la había metido por el culo, casi rozando su pija en mi nariz, me sentía colmado en placer, aun saboreando su vagina embebida en semen
El tipo sacó su pija y empezó solo a acabar cerca de su esfínter, de manera que todo lo que iba empapando a su paso naturalmente iba derramando a mi boca
Estaba locamente perdido, era mi mujer, era mi esposa, todos se la estaban cogiendo, pero yo me quedaba con lo mejor de su placer, no sabía si yo me acabaría esa noche, ni siquiera me importaba
Habíamos cambiado nuevamente, y como con Marco, ella le chupaba ahora la verga a uno y a otro y yo estaba al medo, con ella, recibiendo cada tanto sus besos con sabor a pecado, sintiendo su lengua en mi garganta y cada vez que alguno le acababa en la boca, ella era muy prolija para contenerlo todo y besarme nuevamente, para compartir todos los jugos conmigo
Yo no había planificado algo así, pero cuando todo había terminado, noté que mi estómago estaba lleno de semen, una mezcla de sabores de todos sus amantes, y ella se había portado como una puta, con ese mirada oscura que siempre ocultaba demasiado
Cuando todo había terminado, en nuestra intimidad, en nuestra cama, volví a sentir esa vergüenza, porque no me sentía hombre, lo suficiente para ella, pero Agus parecía contenerme, decirme que estaba todo bien y que le gustaba demasiado la manera en que avanzaban las cosas, y ella me volvía a bajar a la tierra
Igualmente, la situación hacia adelante se me hacía angustiante, casi todos los compañeros de trabajo de mi mujer, se la habían cogido, con mi consentimiento y no podía hacer nada por evitarlo, al igual que había pasado con Marco
Agus me confesaría que ese video que el vecino había tomado con su celular, había sido el disparador para la noche de festejos de mi cumpleaños y que ya se la habían cogido, y no importaba ni cuantos, ni donde, ni como
En este presente, un poco que ya estoy acostumbrado a mi nueva vida, aun me sigue avergonzando, más cuando escucho cuando alguno me llama por mi apodo, ‘el traga leche’, es que un tema tan sensible no puede ocultarse por mucho tiempo
Soy feliz, aunque a veces me sienta como un drogadicto, ese que en su estado de conciencia sabe que no debe hacerlo, que está mal, que no es correcto, pero solo se desespera para que llegue ese momento, y ese momento, es tocar el paraíso con la punta de los dedos, es solo poder descubrir lo que ella encierra en su mirada
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