Mi primer experiencia gay con otro chico como yo

Desde hace algún tiempo había deseado e imaginado un encuentro erótico con un  chico apuesto y bien dotado, pero, a pesar de superar los 25 años, yo era demasiado tímido y reservado para atreverme a buscar alguien con quien hacer realidad este placentero deseo homosexual.

Desde hace algún tiempo había deseado e imaginado un encuentro erótico con un  chico apuesto y bien dotado, pero, a pesar de superar los 25 años, yo era demasiado tímido y reservado para atreverme a buscar alguien con quien hacer realidad este placentero deseo homosexual.

Cierto día tomé el bus que me conduciría al sitio de trabajo, subí y casi no había espacio donde ubicarme, así que entre apretones caminé hacia el interior, donde parecía haber un lugar, sí realmente me coloqué de pie al costado de una chica que estaba sentada en el asiento que da al pasillo, era simpática y tenía un abundante y hermoso busto que lo dejaba ver completo gracias a su gran escote. Ubicado allí me agarré a los asientos detrás y delate de la chica, de pronto llegó un joven de buena presencia y un poco más alto que yo, se ubicó justamente detrás de mi; alcancé a imaginar una fantasía porque logró pegarse a mi espalda y sentí su calor corporal; con un poco de disimulo y táctica levanté un poco mi cola para rosar, de algún modo, su dotación. El chico captó mi intensión de una vez, yo me emocioné mucho y me puse a su disposición; él comenzó a ejercer presión sobre mi culo que ocasionó que yo me acercara más a la chica y rosara el costado derecho de la cabeza, ella no se incomodó sino que levantó su rostro angelical y me miró como diciendo, tranquilo, no pasa nada y con su lengua remojó sus labios suculentos como en señal de aceptación y de lascivo deseo.

Sentía que el chico deseaba poseerme totalmente. Volteé a mirarlo y me respondió con una plácida sonrisa

Comencé a sentir el bulto del chico que iba aumentando de tamaño y esa sensación me excitó tanto que mi miembro también comenzó a despertarse y me sentía incómodo con la chica, pero mientras más se endurecía mi pene, ella más se acercaba a mi. Por el otro lado, sentía que el chico deseaba poseerme totalmente. Volteé a mirarlo y me respondió con una plácida sonrisa a la que yo le devolví con un gesto de aceptación. Yo estaba completamente excitado por ambos lados, el chico me sobaba lentamente el culo con su pene bien erecto, que según mis cálculos debía tener entre 18 y 20 cm, se notaba bastante grueso. Mientras tanto la chica, con su cabeza, tocaba mi herramienta erguida entre los pantalones, que también había llegado a su máxima expresión y palpitaba queriendo encontrar un espacio para la penetración.

Este trío erótico me iba matando de la emoción, yo sentía que los tres actuábamos en sintonía, pero con mucha cautela para que el público no se percatara de semejando acto obsceno y placentero; fue tanto el calor que sentíamos el joven y yo que creí que nos podíamos venir y derramar nuestros néctares en los pantaloncillos. Sí, en verdad yo me vine, tuve una abundante eyaculación y la chica se dio cuenta y me miró complacida como diciendo goza, que de este placer no se da con frecuencia en estos sitios; valoré tanto su comprensión y complicidad con el placer que estaba viviendo. A su turno, sentí el calor del chico que deseaba penetrarme desaforadamente, pero se controlaba, yo sentía el palpitar de su verga en mi culo, pero no pudo más y eyaculó; volví a mirarlo muy agradecido por el mutuo placer que nos habíamos dado. El quería darme un beso, pero nos contuvimos para evitar los comentarios de las personas que estaban cerca de nosotros y que de algún modo presentían lo que estaba sucediendo.

Antes de que completara de quitarme toda la ropa, yo comencé a hacer lo mismo con él, le quité la camisilla, y le bajé la pantaloneta.

Yo pensé que esa experiencia de estar con un hombre se estaba aproximando, así que saque el celular y allí escribí el número de mi WhatsApp y un mensaje de agradecimiento al chico, con una invitación a un encuentro más real. Le mostré el mensaje por encima de mi hombro y él lo leyó y copió el número, me dio un empujoncito en el culo, en señal de aceptación y en la siguiente parada del bus, se despidió con una sonrisa cómplice.

La esperanza de volver a encontrarnos en una dimensión más cercana, me llenaba de felicidad, pues la sensación vivida me había excitado tanto que deseaba ir más allá y explorar los placeres de la carne.

Pasados dos días encontré un mensaje en mi Whatsapp, con una fotografía del rostro de aquel hermosos joven que me invitaba a una encuentro casual pero muy divertido, ahí estaba la dirección de su residencia y el mensaje decía que estaba sólo, que me esperaba a eso de las tres de la tarde.

No esperé más, me bañé, me arreglé, tomé un taxi y fui al lugar, al golpear la puesta salió el chico que llevaba unas bermudas de colores y una camiseta blanca, me hizo pasar con tanta amabilidad, me llevó a conocer toda la casa que era muy amplia; tenía un hermoso jardín con un buen espacio de prado. Luego me condujo a las habitaciones y me mostró la suya en la cual había una cama amplia y cómoda. Fuimos a sala, me ofreció una copa de vino tinto muy sabroso, brindamos los dos por el pasado encuentro y por el que íbamos a tener. Me dijo que quería hacerme el amor con mucha ternura, pero en el jardín, al aire libre, así que fue a su habitación y trajo una manta para tenderla en el piso.

Ya en el jardín, estimulado por el vino, se acercó y me abrazó por detrás y me dijo que aquel encuentro en el bus había sido maravilloso y que quería que éste fuera celestial. Comenzó a desvestirme lentamente mientras iba imaginando y manifestando las poses que a él le gustaba cuando estaba con su novia. Antes de que completara de quitarme toda la ropa, yo comencé a hacer lo mismo con él, le quité la camisilla, y le bajé la pantaloneta. Ah, madre mía! qué espectáculo tan hermoso, yo nunca había visto, tan de cerca, una verga tan linda, gruesa, rosada, venosa y unos huevos colgando hasta la mitad del muslo. No aguanté las ganas de hacerle una deliciosa felación. Él me detuvo y dijo, esto tiene que ser mutuo, así que me acosté en el suelo y él encima de mi, haciendo un perfecto 69, comenzamos la mutua felación, saboreé sus líquidos pre seminales, le dije que están deliciosos, el hizo lo mismo conmigo, el placer era indescriptible, su huevos los sentía suculentos, mamaba su pene y chupaba sus huevos, él y yo gemíamos de placer.

La sensación que me sacó de mi fue cuando comenzó a lamer mi ano, jamás había pensado que se podía hacer eso, comencé a sentir un placer infinito y él me dijo tengo que hacerlo porque tu agujero es muy estrecho y no quiero que sufras, sino que disfrutes cuando te penetre. Sentí que había perdido la timidez y el miedo y me dispuse a disfrutar del placer carnal entre machos, que me estaba prodigando este lindo chico bien dotado.

Cuando todo parecía estar lista para copular, me puso en cuatro y comenzó a penetrarme lentamente, dijo haz dilatado muy bien, me untó algo de crema, y comenzó a penetrarme, lo hizo con ternura y fui sintiendo su calor, su grosor y la largura de su pene. Me penetró hasta el fondo y comenzó el meta y saque, a cada embestida sus huevos golpeaban mu culo y se estrellaban contra los míos; estiré mi mano derecha por entre mis piernas y agarré sus enormes testículos y los junté a los míos. Qué rica sensación, cuatro huevos en un solo puñado. Delicioso, emocionante excitante.

Siguió dándome bomba, yo le agradecía y le pedía más y más hasta que sentí su semen muy caliente en mis entrañas. Gocé al máximo de esa eyaculación, del calor de su cuerpo y del vaivén de sus movimientos.

Luego cambiamos de posición, el se acostó boca arriba con su mástil bien erguido y me pidió que cabalgara sobre esa preciosa verga, yo acepté, monté como quien sube a un caballo pensando cabalgar deliciosamente; coloqué su herramienta sexual en el lugar preciso y me dejé penetrar suavemente hasta que me enterré toda, toda, hasta el fondo y comencé a cabalgar, primero a paso lento, al trote y al galope, tal como él me lo había sugerido, era un placer celestial, él se movía de manera acompasada dándome todo el placer que suponía me hacia feliz, sentí nuevamente sus néctares ardientes en mi interior. Sabroso, divino…

Creía que había llegado a su fin el acto sexual, yo tenía mi verga erguida como un hierro, pues, me dijo: ahora quiero que te vengas y eyacules en mi boca. Se incorporó y yo me puse boca arriba, él cogió mi pene, que era un poco más pequeño que el suyo y dijo, es así como me gusta, quiero tomar tu leche, me mamó con tanto placer y delicadeza al punto que me conducía a un orgasmo bestial; eyaculé en su boca, hasta vaciar la última gota de mis líquidos y se los bebió con una gana indescifrable, luego dijo: esto es celestial, tu semen sabe muy delicioso, debe ser que te alimentas muy bien. Yo asentí con la cabeza, le di un beso en la boca, le agradecí la experiencia y él me invitó a otra copa de vino. Luego nos bañamos juntos y nos dimos placer enjabonándonos y secando nuestros cuerpos, ambos recorrimos la superficie de la excitada piel, nos vestimos, nos dimos unos cuanto besos más y expresamos la gratitud de haber vivido una experiencia muy satisfactoria.

Nos despedimos agradecidos por el placer. Yo no podía creer que había vivido tan maravillosamente mi primera experiencia con un macho bien dotado. Quisiera repetirla. Ansío repetirla. Te apuntas?

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