“Pía . . . Mi Santuario de Lujuria”

Desconocemos mi conyugue y yo si de verás el haber realizado su fantasía sexual les ha sido provechoso para alejar la rutina y el tedio de sus vida en pareja, y los ha afianzado más en cuanto a la mutua seguridad y confianza, como suelen asegurarlo.

Desconocemos mi conyugue y yo si de verás el haber realizado su fantasía sexual les ha sido provechoso para alejar la rutina y el tedio de sus vida en pareja, y los ha afianzado más en cuanto a la mutua seguridad y confianza, como suelen asegurarlo.

Pero lo que si conocemos y estamos viviendo es esa seguridad y confianza en nuestra convivencia hace veintidós años luego de haber incursionado en este estilo de vida erótica en nueve ocasiones, con distintos niveles de actos.

1.- Cuando por motivo de mi profesión nos residenciámos en la ciudad de Valledupar y, siguiendo los consejos de una amante a la que a modo de desahogo le había comentado el conflicto entre mi esposa y yo, como también las instrucciones terapéuticas de la sexóloga con la que la misma amante me había reservado citas, ocasiones que me permitieron saber que los celos eran derivados de la inseguridad y la desconfianza y solo se podía superar hablando francamente de lo acontecido en todos sus aspectos con la pareja, por ejemplo, el nombre de la persona motivo del conflicto, las prácticas íntimas llevadas a cabo, el lugar en que las había hecho, cuándo y por qué y, así lo hicimos. Lo irónico era que mientras yo celaba y refutaba a mi esposa por sus chupadas de Mondá, dejarse chupar las tetas, que le dieran Brocha, que se la metieran por el Chiquito, hacerle la Paja, hacerlo llegar y recibir su leche en las manos, sobre la concha, entre el Culo y, hasta en la boca, y tragarsela; yo también había hecho todo eso con mi anterior novia. Desde entonces como por “arte de magia” entramos en un etapa de aceptación, tranquilidad y compañerismo en nuestro días, hasta la presente.

2.- Cuando inundados de intensa libido, lujuria y ansias de prodigárnos máximo placer, a media noche salíamos a un pequeño patio interno y allí tendíamos una colchoneta sobre la cual Culiábamos desaforadamente, con el morbo de saber que desde la ventana del segundo piso de un edificio vecino unos panaderos nos observaban, mientras nosotros fingimos no haber percatado de ello.

3.- Cuando mi esposa me comentó que cada vez que iba al mercado a comprar el almuerzo, al cruzar frente en almacén de herbicidas uni de los dependientes la galanteaba, y que el tipo le gustaba porque era atractivo, con aspecto de cachaco, y que ella le correspondía el saludo y de detenía a oírle su confesión de seducción, confesión que nos arrechaba y nos llevaba culiar como dos ninfómanos toda la noche.

4.- Cuando fue remitido a trabajar en el departamento del Magdalena, en el corregimiento rural de Riofrío, y mi esposa los domingos si yo no estaba de descanso me hacía la “visita conyugal” y en la noche la llevaba a un consultorio médico del Seguro Social dónde dejando la puerta sin cerrojo nos dábamos una tremenda culiada a la vista del velador que nos espiaba a escondidas. Recuerdo que con voz susurrante yo le preguntaba a mi adora Pía por si alcanzaba ver al velador y ella emocionada me decía que si, que estaba asomado por el resquicio de la puerta.

5.- Cuando una noche en Villamarcie nos fuimos a bailar a un evento musical y amanecimos en dicho club y luego nos venimos y acordamos irnos a culiar a un motel a orillas del mar y mi esposa se vistió con un shorts de jean tan cortico que dejaba ver el nacimiento de sus nalgas y nos fuimos por separado. Yo la espere al interior del motel y allí nos estuvimos casi todo el día culiandonos con la más intensa arrechera.

6.- Un sábado de carnaval nos fuimos para Santa Marta dónde mi esposa en los almacenes Vivero compró un juego de ropa interior, hilo dental con brasier del mismo color azul, con lindos encajes y de álli ya en horas de la noche nos fuimos para la taberna Champagne Vallenato en El Rodadero, a la que ingresamos y nos instalamos en un mesa cerca de la discoteca. Solicitamos de whisky y cerveza, servicio que fue atendido por un mesero en edad madura el cual amablemente nos manifestó estaría a nuestro para lo que nos apeteciera. Yo alcance a oye cuando ni esposa le dió las gracias y le dijo a media voz, para que el mesero no escuchará del todo:

¿Me echarias una culiada, papacito?

El mesero dijo:

¡Perdone usted! ¿Cómo dijo, por favor?

¡Ah, nada importante,.muchas gracias, cariño!

Y el mesero se fue a atender a otros clientes, mientras yo suspicazmente le dije:

¡Zorra mía, que rico lo que le dijiste!

Y ella se levantó, fue al baño y regreso luciendo su hermoso cuerpo ataviado con el hilo dental y el brasier guardando su shorts de jean y su blusa en su bolso. Al consumir las cervezas mi esposa sonó el timbre y de inmediato emergió el mesero de la semi oscuridad y le solicito dos cervezas más. El mesero fue y vino con el pedido y cuando se iba a retirar mi adorada Pía lo detuvo tomándolo de una mano diciéndole:

¿Por favor, será que puedes bailar conmigo una pieza? ¡Es que me gusta y deseo bailar pero mi esposo no puede complacerme porque está lesionado de una rodilla!

El mesero se torno un tanto cohibido y dubitativo hasta que por fin dirigiéndose a mí me pidió permiso para bailar y ahí mismo ante nuestra mesa mis esposa lo abrazó, le pegó todito su paquete de concha a su Buebo y las tetas a su pecho y lo condujo en los pasos al compás de la bachata “Burbujas de Amor” de Juan Luis Guerra. Y en la medida que discurría la pieza musical mi Pía le tomó las manos al mesero y las llevó a qué le acariciara los muslos, la cintura, la cadera y las nalgas, y yo sentí un intenso vértigo y una templada de verga, y me sentí motivado a tomar la botella de whisky y servirles trago. Al término de la pieza el mesero se disculpó conmigo y yo le hice un ademán de . . . . ¡Tranquilo, todo está bien!

El mesero se retiró a seguir con la atención a su clientela, y entonces yo le insinué a mi esposa que le pidiera “Una Aventura” al discjokey, y que lo invitará a bailar, y a fe que lo logró pero hasta ahí llegó nuestra travesura por al rato se nos acercó un sujeto a la.mesa y nos solicitó nos fuéramos de la taberna porque estábamos trasgrediendo las reglas del establecimiento, y nosotros sin chistar nos fuimos para la playa con nuestra botella de whisky, las cervezas en lata y demás elementos de nuestra propiedad. Antes de salir mi esposa se vistió con su shorts y su blusa y salimos a la calle donde nos regocijamos y divertimos con la osadía. Nos estuvimos un rato en la playa y a eso de las dos de la madrugada resolvimos venirnos a casa. Ya en casa, tres de la madrugada, en la terraza con verja cubierta por una planta trepadora, instalamos un equipo de sonido y bailamos y bailamos y tomamos y Tomás y allí mismo abrazados le aparté la tapa delantera de su hilo dental y la clave, y me le corrí dentro de su concha, y nos recogimos plácidas de la arrechera

7.- Cuando una tarde al regresar de Cartagena a donde fuímos a pasear con nuestros hijos, salimos y nos fuimos para una taberna con un nombre que nos queda a mi esposa y a mí como “anillo al dedo” . . . Se llamaba Travesuras y quedaba en la playa, frente al mar Caribe. Allí llegamos siendo las 5: 00 pm y en el acto nos atendió un joven moreno, delgado, apuesto que nos condujo a un cubículo que nos daba privacidad ante los demás clientes. Le informamos que llevábamos una botella de whisky Passport, le ofrecimos pagar el descorche y le solicitamos dos cervezas. El joven fue y vino muy solicito llevándonos las cervezas. Al marcharse mi esposa me preguntó:

¿Mi, cómo te parece ese muchacho? – Yo le respondí-
!Oh, mi Pía, lo veo simpático, atractivo!
¡Yo también, mi amor! ¡Me gusta! ¿Te parece que lo seduzca, mi amor?
!Si claro,.mi amor,.me encantaría, vinimos dispuesto a lograrlo porque en Cartagena no tuvimos una buena oportunidad . . . Puedes proceder, cuenta con mi apoyo, Pía!

Y así fue en una de sus llegadas mi Pía lo invito a sentarse un momentito con nosotros y el joven aceptó. Mi esposa se le presentó:
¡Mi nombre es Pía,! ¿Y, tú, como te llamas? . . . ¡Jean Carlos! . . . Y acto seguido mi esposa me lo presento, y yo le dije: ¡Jose, mucho gusto!

Y desde entonces Jean Carlos nos frecuentó más seguido y por nuestra cuenta se tomaba una cerveza cada vez que pedimos servicio, y también tomaba tragos de whisky, y se sentaba con nosotros, y bailaba con mi esposa, y los insté a qué bailarán en la pequeña pista apartada de nuestro cubículo, alejados de mi vista, para que no se sintieran incómodos, y así lo hicieron, un largo rato y yo me levantaba e iba y les llevaba tragos de whisky y la primera vez al llegar cuando la pieza había terminado los encontré abrazados, y mi esposa haciéndole la Paja, y la segunda vez hallé a mi Pía arrodillada mamándole la templada verga a Jean Carlos, y Jean Carlos Culiando en su boca con su mondá de tamaño regular, mediana, delgada.

Hasta que en una de mis estadías en el cubículo llegó mi Pía y emocionada me dijo que Jean Carlos había aceptado ir con nosotros a la playa cercana unos 40 mts, y así sucedió.

Al momentito llegó Jean Carlos y nos dijo que ya está listo, y nos recomendó no llevar ningún objeto de valor y solo nos fuimos con las prendas de vestir, cervezas y la botella de whisky y en un lugar no muy apartado dónde había unos botes artesanales nos sentamos y yo brindé tragos hasta que sin consultarlo conmigo mi Pía se levantó, tomo a Jean Carlos por una mano y lo llevo hasta otro bote un tanto apartado y allí ví como mi esposa empezó a Martillar al joven que también la acariciaba, y vi como mi ella se arrodilló en la arena, entre las piernas de Jean Carlos y empezó a chuparle la Mondá y él la sujetaba por la cabeza y culiaba en su boca.

Emocionado por la fascinante visión tomé la botella y les llevé trago y les brindé y entonces mi esposa.se puso de pues, me abrazo con su boca olorosa a Mondá de hombre joven y yo la abracé y le hinqué mi Verga en el parque de Concha, ella me empujó y me hizo sentar en el banquillo del bote, de inclinó y me Mamó la Verga y estando en esa postura vino Jean Carlos y se le ubicó detrás, le saco y le apartó el hilo dental y clavo a mi esposa, no sé si por el Chiquito o por la concha pero la verdad es que oi a mi Pía gemir, quejarse y pedir . . .

¡Ay, Jean Carlos, dame Mondá, papito dame, dame, dame, Jose mira como me tiene Jean Carlos, mi amor . . . Ahhhhhh Ahhhhhh Ahhhhhh y, se corrió en un orgasmo descomunal!
De allí nos fuimos a eso de las 4: 00 de la madrugada y cuando llegamos a casa nos agarramos a culiar como unos poseídos

8.- Hasta cuándo la madrugada del 2 de enero de 2. 002 cuando como de costumbre Culiábamos diciéndonos todas esa experiencias tenidas en nuestra vida erótica entre nosotros y con otras personas, y yo le reiteraba mi deseo de que se metiera la verga de otro hombre pero está a solas con él, o sea, sin mi presencia; ella por fin me confesó había Culiado con un practicante universitario que conoció cuando hacia sus prácticas de lengua castellana en la escuela de la calle 5 con carrera 11.

El que le insistió y le insistió hasta que mi Pía le dijo que ella no estaba interesada en él, que no había ido a buscar novio a dicha escuela, y que hizo que ella en la primera oportunidad se fuera a hacer su práctica a otra escuela, pero ni así el joven dejo de buscarla y decirle que estaba enamorado de ella, que ella le gustaba y, fue así como una mañana cedió a las pretensiones del acosador y de fue con el a una casa donde el joven vivía con una anciana de la que dijo era su abuelita, casa que quedaba en la carrera 21 con calles 7 y 8, dónde con todo y nervios y.miedos y temores y susto y vértigo al mil por mil culió con Junior – así me dijo se llamaba aquel novio-

Pues bien esa otra experiencia erótica alcanzada por mi Pía al principio nos tuvo a punto de separarnos por considerarla indebida, inapropiada, incorrecta, infiel debido a que si bien dicha experiencia estaba acordada y yo se la insinué persistentemente, también es cierto que mi Pía debía decírmelo antes de llevarlo a cabo y después de hacerlo, y ella me lo permitió saber dos años después. ¡Error de su parte! ¿O, lo que en realidad hizo hecho fue ponerme los cuernos? . . . Eso lo di por hecho pero ella me juraba que no.

Y lo que más me dolía y perturba era el pensar: ¿Cuántas veces culió con ese novio si yo la azuzaba a hacerlo sin saber que ya lo había hecho?

Esto era lo que ma hacia dar por hecho su infidelidad, ajena a lo que habíamos acordado, pero entonces empecé a sentir un extraño impulso libidinoso, lujurioso, y es que sentía rabia contra mi esposa pero a la vez en medio de las acaloradas discusiones y agresiones verbales y físicas la verga se me templaba y terminábamos dándonos una reverenda culiada y, así hasta que de tanto hablar del conflicto acabamos convirtiéndolo en otro factor de estímulo para nuestras libido que ahora es más abundante.

En lo sucesivo y con esa facultad apropiada, para un 5 de agosto, como agasajo de mi natalicio y, para que mi esposa constatara que yo seguía firme en mi confianza y seguridad hacia ella, tuve la ocurrencia de invitarla a pasar ese día en la cabaña playera de una amiga que estaba fuera del país, y esa noche mi esposa le chupo la verga y culió con Julio el mayordomo a quien Pia le coqueteó con su bikini de baño hasta seducirlo. Mi Pía culió con Julio en la alcoba, y mientras Julio la penetraba por la concha yo la puse a chuparme la verga y de allí salimos a eso de las 2: 00 de la madrugada, y culiámos de tramo en tramo, hasta llegar a casa y culiar de nuevo, y en adelante solo pensábamos en lograr otra experiencia, y en esas me reencontré con una joven que desde sus quince años se había encaprichado conmigo y a la que la eludí por ser una adolescente y yo demasiado mayor nada más y nada menos unos treinta añitos, pero al reencontrarla ya era una mujer casada y con hijos pero frustrada debido a la infidelidad de su esposo el cual había tenido hijo con otra mujer

Y con el reencuentro se revivió el recuerdo de cuando ella me pretendía, y yo aproveché la coyuntura para hablarle abierta y francamente de mi experiencia con Pía, mi esposa, y a ella le dedujo la propuesta de hacer un trío, y lo hicimos en su casa y lo disfrutamos al máximo hasta que reapareció su esposo proponiendo participar con su esposa, mi esposa y yo pero a su esposa no.le ágrafo, puesto que tenían esa falencia de que él no era justo con ella.

Bueno pues ya han pasado unos veinte años de aquellas lindas travesuras y mi esposa y yo a pesar de la edad y mis quebrantos de salud, cada vez que rememoramos nuestras experiencias pasadas, nos arrechamos y echamos un buen polvo, y como caso especial, nada importa mí “fesprostatada’ ni la “desovariada” de mi Pía, siempre culiámos como ahora que la tengo en “cuatro” y clavada, eso sí, además del estímulo natural, ella y yo nos tomamos la pastillita azul y . . . ¡Ahhhhh, Ohhhhh . . . Nos estamos corriendo y . . .

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