Seguridad industrial

Con conocimiento de causa puedo decir que dedicarse a hacer seguridad industrial en los días que corren es una actividad tan placentera como complicada, de un tiempo a esta parte hubo un boom que aun continua en expansión

Con conocimiento de causa puedo decir que dedicarse a hacer seguridad industrial en los días que corren es una actividad tan placentera como complicada, de un tiempo a esta parte hubo un boom que aun continua en expansión y es que las empresas comprendieron que cuidando a sus empleados se ahorraban mucho dinero en futuros juicios, y cuidar sus instalaciones implicaba una buena foto con el gobierno de turno
Esa gran demanda que surgió de la nada, en paralelo llevó a muchos jóvenes a interesarse en una carrera que hasta ese momento casi no existía, y cada vez más y más personas se volcaron a esa oportunidad laboral
El resultado, diez años después, y a pesar de seguir siendo una plaza muy buscada, es que existe una saturación de mercado

Cambió todo demasiado rápido, y las empresas se acostumbraron a contrataciones puntuales, llave en mano, sin demasiados compromisos, sin efectivizar a nadie, y un poco sin darnos cuenta nos transformamos sin querer en nómades buscando nuestro sustento
Mi vida era estar desocupada, sin nada que hacer, al mes siguiente tomar un contrato por dos meses y al mes de estar trabajando, que te llamaran de tres sitios al mismo tiempo, y tener que decir que no, sabiendo que en un mes más, seguramente me estaría comiendo los mocos nuevamente
Lo que me pasaba a mi, les pasaba a todos, y empezamos a conocernos entre pares en el ambiente, si me llamaban y estaba ocupada, daba referencias de colegas, porque tarde o temprano los favores con favores se pagan

Ese círculo un poco empezaba por lo laboral, pero trascendía ese ámbito hasta ir a la amistad, a lo personal, solíamos cruzarnos en una empresa, y luego con otro en otro sitio, y nos llevaba a conocidos de conocidos, a reuniones de domingos en algún club y salidas de un sábado por la noche
Así había conocido a Roque, primero colega, luego compañero, después amigo, seguimos como novios y terminamos como pareja y llevamos en la actualidad años de matrimonio
Y como había conocido a Roque, también había a Ariadna
Recuerdo que justamente, la había conocido a través de Roque, ellos habían compartido un trabajo casual, y poco a poco se metió en el círculo de contactos

En esos primeros roces, Ariadna no me caería para nada bien, una mujer que no pasaba desapercibida, se la notaba robusta, alta, formada, y en algunos cruces laborales ella se mostraba imponente, aunque estuviera vestida con ropa de seguridad, nada llamativa, pero era más que eso, su forma de ser, de hablar, acostumbrada a lidiar en un mundo de hombres, no le temblaba la voz, y sabía hacerse respetar.
Ella parecía llevarse a todos por delante y muchas veces sonaba hasta demasiado masculina, en su tono, en sus gestos y hasta en un hablar de cloaca, lejos de lo que supone para una dama
No me caía en gracia, Roque lo sabía, me daba celos que hablara con el, es que era muy imponente, muy frontal y era obvio que era una mujer que todo hombre querría llevarse a la cama, pero Roque siempre se reía de mis planteos y me decía que era una tonta y que solo tenía ojos para mi

Con el paso de los meses, un poco me acostumbré a su presencia, y empecé a conocerla un poco mejor en un empleo en que coincidiríamos tiempo después
Nos habían contratado por separado, en una empresa cerealera y cuando la ví esa mañana mi primer pensamiento fue

Qué diablos hace esta perra aquí?

Ese primer lunes hicimos nuestro trabajo sin mirarnos demasiado, casi ignorándonos la una a la otra, y llegada la hora de retirarnos fui al vestuario de damas por una ducha, el ambiente laboral, y en especial el cerealero, suele ser demasiado duro para una chica. Así que cerca de las diez de la noche, bañada, perfumada, limpia y cambiada, fui hasta el ómnibus que retiraba al personal como en cada jornada, hice mi fichada de egreso, pasé por el personal de vigilancia, y me senté en el primer asiento para jugar un rato con mi celular
El ómnibus se iría llenando, y Ariadna subiría entre tantos, no puede dejar de observarla, toda sucia y transpirada, con su ropa industrial, sus borceguíes blancos por el polvo de las semillas, con cabello recogido, era patética, y fue hacia atrás.
El viaje sería aún peor, su voz de pito sobresalía desde el fondo, discutiendo con los muchachos de igual a igual, con risotadas que me resultaban estridentes.

La historia se repetiría el martes, el miércoles, y el jueves, dos gallos en el mismo gallinero, solo acumulaba más y más desagrado hacia su persona
Pero el viernes sería destino, al irme a bañar como cada anochecer, ella estaba también en el lugar para ducharse, mi primer pensamiento íntimo fue

Hoy es viernes, esta mugrienta se deba bañar una vez a la semana, pata sucia…

Fui a mi lugar, y me olvidé de ella, solo hice lo que siempre hacía, pero al salir, ella estaba a unos metros, secándose los cabellos frente al espejo y mirándose en él, y yo me quedé como tildada, es que era la primera vez que la veía sin ropas y guau! que sorpresa! realmente era una mujer más que llamativa, pechos, caderas, cintura, cola, piernas, más que envidiables y no solo eso, la gran cantidad de tatuajes que tenía hacía la hacía más intrigante todavía, desinhibida, sin pudor, sin siquiera tapar su desnudez con alguna toalla de gran tamaño
Ella, a través del espejo notó lo que sucedía y me dijo

Flaca, que pasa? te gusto? queres un garche?

Sentí incendiarme en vergüenza, me había tomado por sorpresa, con la guardia baja y que podía decirle? si como una estúpida me había enamorado con envidia de esa mujer, de sus tetas, de su culo y de su concha, solo la ignoré y seguí con mis cosas
Esa noche en el ómnibus se sentaría a mi lado, en primera fila y solo trató de empezar de nuevo, me dijo que la disculpara, que no había sido su intención ofenderme, pero que ella era así, hablaba así y solo eso.
Le devolví la pipa de la paz que me proponía fumar y solo fuimos charlando de nada especial, de lo que surgiera en los treinta minutos que teníamos por delante

La semana siguiente la comunicación empezaría a fluir entre nosotras de manera diferente, y muchas veces cuando se conoce a la otra persona, empiezan caer muchos preconceptos que una se hace, y aunque nunca cambiaría hacia ella esa imagen de mujer empoderada e intimidante lo cierto es que Ariadna no era un monstruo ni mucho menos.
Ella era una mujer de malas elecciones, en esos días estaba dejando atrás su pareja con uno de los chicos que trabajaba ahí mismo, un vago, que había dejado a su esposa embarazada y con dos hijos a cuesta solo para irse con ella, antes había estado con un mantenido que no hacía absolutamente nada y ella cargaba con todos los gastos, y, por si fuera poco, también había estado con un ex convicto

En esas charlas le dejé saber mi impresión, siempre con personas equivocadas en relaciones tóxicas y condenadas al fracaso, pero ella me dijo ‘que agarraba lo que podía’, por su forma de ser tenía demasiados problemas con el sexo opuesto, era intimidante, avasallante, y solo su aspecto cohibía a los hombres, solo los acobardaba, no se le insinuaban, y se veía siempre en la incómoda situación de ser ella la encargada de iniciar la conquista.
Cuando terminamos esos meses de trabajo, no diría que me separaba de una amiga, pero si de una mujer que se hacía respetar y con la cual había establecido una relación que seguiría más lejos de lo meramente laboral
Nos mantuvimos en contacto, aunque no sea más que un audio por celular, un mail o apenas palabras que iban de boca en boca, comentarios que corrían de un lado a otro

Ella siguió con sus empleos nómades como a mí me gustaba decir, yo con los míos. Roque la cruzaría tiempo después, casualidades laborales y no podía evitar sentir la desesperanza de que ella lo avanzara, pero mi esposo una y otra vez me decía que solo tenía ojos para mi, que no fuera tonta.
Volvimos a coincidir en una reunión de colegas en un campo de fin de semana, hablamos como amigas, pero jamás le quitaría a Ariadna ese rótulo de mujer dominante, y, es más, sabía que los chicos se referían a ella como ‘la topadora’ y había muchas historias dando vueltas, mezclas de verdades y fantasías, y en esos momentos, mientras escuchaba, volvían a mi mente las imágenes de esa noche que nos bañamos y me sorprendió mirándola desnuda

Los días siguieron pasando, y alguna vez me tomaría por sorpresa un mensaje de ella, se mudaría en breve a Chile, temas laborales, y organizaba una despedida en su casa, me sentí una tonta, Roque lo sabía, todos lo sabían, todos menos yo
Nunca olvidaré esa noche, llegamos pasadas las diez, la música a todo volumen se escuchaba a la distancia, y las luces encendidas hacían ver esa casa como una luciérnaga enorme en la oscuridad.
Ariadna estaba enfundada en un vestido negro brillante que como una segunda piel se pegaba a su cuerpo, dejando notar cada centímetro de perfección, le sobraban tetas, le sobraba culo, le sobraban piernas, le sobraban curvas, y esa imagen de femme fatale estaba en el otro extremo de esa persona desagradable y sucia que había conocido, pero claro, una botella en una mano, un cigarro en la otra, y su vozarrón característico parecía delatarla nuevamente
Vino a nuestro encuentro, abrazó a Roque y le dió un beso en la mejilla, y luego hizo lo propio conmigo, estaba notoriamente excitada y ya a esa hora pasada de copas

Las horas pasaron, entre fiesta y tragos, algunos bailaban, y solo se dio de que Roque ella y yo quedáramos a un lado, ella lo tenía muy tomado de la cintura como si fuera normal, y honestamente, eso me molestaba, que estuvieran tan juntos y que el estúpido de mi hombre pareciera complacido con la situación, no sabía si enojarme con él o con ella, porque ella tenía un cuerpo escultural con el que yo no podía competir y era la mujer que estaba de boca en boca y todos querían cogerse, sentía que él se portaba como un estúpido baboso, pero ella lanzaría una frase que me descolocaría, le dijo a Roque

Que cogible que está tu chica! te la robaría y te la garcharía toda

Sentí un rubor, pero ella ahora dirigiéndose a mi me dijo

De veras Nati, si no fuera por respeto a Roque, te invitaría a salir, a bailar, a conocernos mejor, y te pegaría la mejor chupada de concha de tu puta vida

Me sentí ruborizada y hasta intimidada, pero ella me convidó del envase de cerveza que tenía en su mano y vino a mi lado, acercándose tanto que hasta se me hizo incómoda, tomándome por la cintura y acariciando mis cabellos en una forma muy desvergonzada

Pero sería solo ese momento, puesto que ella en breve se desentendería de nosotros para continuar con su fiesta de despedida, y solo seguiríamos bebiendo y bailando hasta que el sol nos sorprendiera
Llegamos al departamento cuando la claridad de un nuevo día se colaba por los ventanales, estábamos cansados, fuimos a la cama y yo tenía un deseo profundo de que Roque me cogiera, pero el solo me abrazó y en un par de minutos sus pesados ronquidos llenaron el cuarto.
Y a pesar de que estaba destruida no podía seguirle los pasos, mi cabeza pensaba y pensaba, solo no podía detenerla y a medida que pasaban los minutos mis ojos se hacían más y más grandes.
Mi amado esposo parecía muerto en la cama, jamás notó que yo me levantaría nuevamente, cerré la puerta y fui a la cocina a prepararme un te de tilo para alivianar toda la resaca

Me senté junto al ventanal que da al balcón principal, camuflada entre los cortinados puesto que estaba en ropa interior, me acomodé mirando la nada misma del exterior y escuchando el trinar de los pájaros que anunciaban un nuevo día mis pensamientos fueron a repetir nuevamente la historia de esa mujer, desde el día que nos habíamos conocido hasta lo que había sucedido un par de horas atrás, es que realmente me habían movido sus palabras y era una situación que jamás había vivido
Fue inconsciente, pero de pronto mis pezones parecían hervir bajo la seda de mi remera de dormir, y sentía como mi sexo se inundaba y mi clítoris se hacía más y mas grande y solo punzaba en el roce con la tanga
Me mordí mi labio inferior, no podía, no quería, pero mi mano libre vacacionaba sobre mis pezones, no podía evitar acariciarlos, respiré con cadencia, el cuerpo me pesaba, mis piernas parecían no tener resistencia, dejé de lado la taza de te y fui con la otra mano bajo el frente de mi ropa interior, la imagen de Ariadna se agigantaba en mis sueños, me sentí venir, no hizo falta demasiado

Había liberado mis tensiones y era hora de volver al cuarto, el frente de mi tanga estaba empapado como si le hubieran tirado un vaso con agua sobre ella, por suerte Roque seguía roncando y jamás se enteró que en la mas grande sigila, me cambié esa ropa interior nauseabunda y olorosa, y antes de conciliar el sueño me noté más confundida de lo que estaba, cierto, me gustaban los hombres, pero naturalmente alguna vez había tenido fantasías lésbicas, solo que siempre habían sido chicas sin rostros, pero ahora, ahora si parecía real, las líneas del rostro de Ariadna se habían dibujado en mi placer y solo ya, no supe explicármelo

Tiempo después le confesaría lo ocurrido a mi esposo, no tenía secretos con él, y, además, solo faltaban cuatro días para que ella tomara el vuelo y cruzara la cordillera, Roque escuchó con mucha atención cada palabra sin opinar al respecto, y en mi inocencia, tal vez le hiciera demasiado excitante mi fantasía
Entre verdades y mentiras porque Roque nunca me lo confirmó, pero tampoco me lo desmintió, surgiría una última visita al departamento que ella estaba dejando, para cerrar algunos temas laborales y básicamente aun hoy en día me sigue pareciendo demasiado casual porque a mi entender todo lo que se tenía que haber dicho, ya se había dicho

Y ahí nos encontramos por última vez, ella, mi marido y yo. Recuerdo que esa mañana hacía demasiado calor, ella estaba apenas con un short descolorido de jean y un top que se me hacía demasiado corto, dejando marcar no solo lo pezones, sino también que no tenía sostén y sus pechos danzaban con total libertad, se me hizo un tanto molesto, no podía reprimir mis celos enfermizos y ella estaba demasiado puta, demasiado calienta pijas y daba una envidiable imagen que yo no hubiera podido dar.
Pero no tardaría en notar, que mientras hablaba de trabajo, sus miradas, sus gestos, sus coqueteos no se dirigían a Roque, sino a mi y a pesar de que yo buscara evadirla ella seguía jugando con fuego

Después de un par de horas, ella le pidió a mi esposo que fuera hasta la cocina por unos refrescos y unos vasos, fue raro porque esa era su tarea como anfitriona, pero solo buscaba el momento para quedarnos a solas, entonces ella vino sobre mí, y yo empecé a recular discretamente, ella siguió avanzando con cara de puta, y la pared posterior interrumpió mi retirada, se puso frente a frente, cerca, muy cerca, me aprisionó las manos y buscó besarme, la esquivé una vez

Estás loca! – le dije – no me gustan las mujeres!
Cómo sabes? – respondió – con cuantas mujeres has estado?

Le dije que no, pero me sorprendió con la boca abierta y me coló de repente su lengua apretando sus labios contra los míos, mierda! no estaba bien, no lo estaba! pero no podía admitir mi excitación, ella me sobrepasaba en tamaño y en fuerza, sin embargo, yo hubiera podido zafarme de haberlo querido, pero Ariadna me atraía como un imán y solo me dejaba llevar. Tomó mis manos y las guio por su cuerpo, como redibujando las líneas de los múltiples tatuajes que lo decoraban, me miraba directo a los ojos en forma muy desafiante, y ese recorrido llegó a su fin cuando mis manos fueron conducidas bajo el top, donde sus pechos desnudos me esperaban para ser acariciados, eran ricos, generosos, y sus pezones se notaban excitados, me gustó su tibieza y la suavidad de su piel, ella se mostró a gusto y yo no sabía porque, pero me encantaba acariciárselos como yo me acariciaba los míos

Ella dio un paso adelante, levantó el top que aun los cubría y sin miramientos los enterró en mi rostro, uno y el otro, refregándolos e hizo que sin quererlo yo empezara a lamérselos, y sin darme cuenta me había perdido en el juego porque ella apretujaba con ritmo mi conchita por sobre mi ropa
Así nos encontraría Roque, enredadas en el juego, y su sorpresa fue mayúscula

Bueno, bueno, bueno, pero que tenemos por acá… – fueron sus palabras mientras se acomodaba a un lado –

La situación me incomodaría un poco, pero Ariadna, casi a la fuerza me mantuvo en cautiverio y si algo hubiera faltado para hacer caer mis últimas defensas, sería sentir sus labios sobre los míos y su lengua en mi boca
Ella empezó a acariciarme por todo lados, buscando mis partes íntimas por debajo de las ropas, me decía cosas sucias al oído y solo me arrancaba profundos gemidos y, por si fuera poco, la cercanía de mi esposo, marido, pareja, amante, como un espectador excitado que se acariciaba su paquete solo me podía
Ella era una maldita perra, dejó de lado su short y la perfección de su cuerpo tatuado quedó a la vista de Roque y de la mía, se recostó en una de las paredes laterales y poniendo una pierna sobre un banco me indicó que fuera sobre ella para seguir con el juego

Volvieron los besos boca a boca, bajé a sus pechos y ella me hizo seguir hacia abajo, por su vientre, por su ombligo por los bellos que poblaban su pubis y al final, mi lengua estaba en su clítoris, en su hueco, en sus jugos que sabían a mujer y me di cuenta que al final de la historia, las cosas estaban dadas vueltas, se suponía que ella enterraría su cara entre mis piernas y no yo entre las suyas, pero me gustaba y su fuerte aroma a mujer me enloquecía, cerré los ojos y lo hice con ganas, conocía a la perfección la fisiología femenina.
No solo era la primera vez que estaba con una mujer, sino que, además, el morbo de que mi pareja presenciara la situación le daba un plus extra a toda la situación

Solo seguí chupándosela con muchas ganas, perdida en la nada misma, con mis ojos cerrados, hasta que, en un punto, al abrirlos, notaría la verga dura de Roque a centímetros de mi rostro, él estaba desnudo, a su lado y se besaban con locura, seguí el jugo, se la tome con una mano y empecé a masturbarlo, a lamérsela, un rato a él, un rato a ella, perdida entre los dos sexos, hasta que Ariadna hizo que me incorporara para volver a besarme en la boca, y luego con Roque, y luego ellos, ella me acariciaba los pechos, él las nalgas y sentí la lógica necesidad de desnudarme por completo.

Improvisamos una mullida alfombra de piso como cama, Roque se acostó sobre ella y Ariadna fue a cabalgarlo, solo observé un rato y la imagen de mi hombre cogiéndose a otra fue muy fuerte, muy caliente, sentir que él le arrancaba gemidos a otra y que se engolosinaba con las curvas de otra, sería una escena que jamás olvidaré, entonces fui a sentarme sobre su rostro, a llenarle su boca con mi concha caliente, y a quedar frente a frente con esa mujer, ella me besaba las tetas, yo las suyas, juntamos nuestros labios, gemíamos a la par, el maldito de Roque estaba en el paraíso y todas las piezas del rompecabezas encajaban a la perfección

Y en ese momento me di cuenta que mi placer estaba en el sexo que ellos tenían entre sí, Roque me había cogido la noche anterior, seguramente me cogería en la siguiente, pero Ariadna sería solo en ese instante, en esa oportunidad, así que solo quería verlos coger
Ella se puso en cuatro y él fue por detrás, a mi marido le encantaba esa posición, siempre me acababa en esa posición, yo solo fui de lado, y apoyé mi rostro sobre la baja espalda de ella, para mirarlo a los ojos mientras se la cogía toda

Le agarré las nalgas con mis manos y solo se las abrí todas para mejorar la visión, me centré en el punto de su pija, como entraba toda por completo y salía empapada en jugos de mujer, era exquisito, él la sacó, me la ofreció para que se la chupara un rato y volvió a metérsela, y se dio naturalmente un juego muy porno de meterla en su concha y meterla en mi boca, era muy rico, muy caliente y sentía mi cuerpo arder en forma descontrolada
Solo por instinto, empecé a pasarle la lengua por su esfínter, Roque no dejaba de cogerla mirando lo que yo hacía mientras los gemidos envueltos en deseos de Ariadna se hacían más y más notorios a medida que yo forzaba lentamente su puerta trasera

Roque solo apuntó y de un empellón se la metió toda por el culo, con llamativa facilidad, hasta el fondo, y un suspiro contenido terminó en una exhalación de placer por parte de mi compañera de cuerpo tatuado.
Mi marido empezó con un juego loco donde el final era mas que previsible, cambiando a voluntad entre su concha, su culo y mi boca, llenando la habitación de un profundo placer, y todo terminaría con el entorno de sus nalgas y mi rostro embebidos en un mar de leche tibia y espesa
Seguimos haciéndolo por unas horas, hasta quedar completamente satisfechos y extenuados luego de probar todas nuestras locas fantasías

El avión hacia Chile partiría poco después, fuimos unos de tantos amigos que la habíamos acompañado hasta el aeropuerto esa mañana de invierno, conocimos a sus padres, un hermano con su esposa y sus sobrinos, dos pequeños rebeldes que no paraban de corretear de un lado a otro.
Ese vuelo se llevó consigo nuestra historia con Ariadna, esa mujer que había odiado en un principio y con quien terminaría enredada en un encuentro loco y bizarro

Pasó el tiempo, estamos en contacto, ella se instaló definitivamente al otro lado de la cordillera, tiene un esposo chileno, un pequeño de dos años y al momento de este escrito vive su segundo embarazo.
Aun su recuerdo flota entre nuestras sábanas, en nuestras fantasías de matrimonio, Roque alguna que otra vez insinuó de repetirlo con otra chica que fuera de mi agrado, pero las chicas nunca fueron lo mío, Ariadna fue una excepción, y no encontraría otra Ariadna en mi camino

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