Cuando menos me lo esperaba recibí la visita de un familiar que hace muchos años no la veía, era muy especial ya que era un primo con el que había compartido la infancia y era muy cercano a mi, en la época que compartimos eramos unos niños que teníamos unos doce años y solo pensábamos en jugar pero lo recordaba como un joven muy guapo de ojos cafés con una sonrisa hermosa, pero el tiempo había pasado y ahora teníamos mas de veinte.
Cuando me aviso que vendría a visitarme por teléfono me coloque muy nerviosa tenía la voz muy sexy y aunque me saludo entre risas se que el también tenia algo de miedo de verme, cuando me pidió que si y vivir en mi apartamento una semana yo le dije de inmediato que si que lo recibía con los brazos abiertos y así quedamos.
Llego el fin de semana con su llegada, yo estaba con la ilusión de verlo, me arregle bastante para que me encontrara lo mejor posible aunque era extraño ese interés por arreglarme tanto para el.
Él también me abrazó y nos besamos durante largos minutos, con amor y pasión a partes iguales. A ratos con delicadeza, a ratos introduciendo nuestras lenguas en la boca del otro.
Fui a recibirlo en el aeropuerto y lo espere en la sala en donde llegaría, con la ilusión llegaron los nervios cuando por fin lo vi de aquel niño de la infancia no quedaba mucho se había convertido en un hombre muy atractivo pero seguía conservando esos ojos lindos y esa sonrisa tan amable que salio apenas me vio.
Compartimos mucho, algunos días normal como primos pero con la tensión sexual que no se podía negar aunque el dormía en una habitación aparte compartimos muchas veces hasta tarde hablando y recordando viejos tiempos hasta que una noche en mi habitación no pude aguantar mas le di un beso que lo dejo mudo, era la aventura de mi vida.
Ya en la habitación, era o bien el momento de echarnos atrás, ir a dormir y que el beso quedara en una anécdota, o bien hacer lo que realmente los dos deseábamos. Esta vez fue el quien se acercó, puse mis brazos alrededor de sus hombros y le besé con todo mi deseo. Él también me abrazó y nos besamos durante largos minutos, con amor y pasión a partes iguales. A ratos con delicadeza, a ratos introduciendo nuestras lenguas en la boca del otro. Me encantaba besarle, sentía dentro al hacerlo cosas que nunca había sentido antes. Pronto empecé a notar algo duro sobre mi vientre, y eso hizo que un cosquilleo recorriera mi cuerpo. Lo que podía pasar ahora ya eran palabras mayores, una cosa era un beso y otra tener sexo con un familiar cercano.
Estaba claro que el no tenía ninguna duda, al notar sus manos sobre mi culo, acariciándolo y manoseándolo. Pronto pasó a mis pechos, y yo también me dediqué a tocar sus brazos, pecho y su firme culo. Me puse si cabe más nerviosa cuando noté que me estaba bajando la cremallera del vestido. Al hacerlo con delicadeza, y al tener solo la luz tenue que entraba del exterior, no me dio reparo cuando el vestido cayó al suelo y me quedé ante él sin más ropa que mi tanga negra. Ahí me abrazó y besó otra vez, y volvió a acariciar toda mi piel, ahora sin el estorbo del vestido, y noté que le encantaba sentir mi suavidad en sus manos, no parecía querer terminar. Luego me llevó hasta mi cama que quedaba detrás de mí con lo cual quedé sentada, y me guió hasta que estuve tumbada boca arriba, se puso encima y empezó a comer mis pechos, uno cada vez mientras sus dos manos los acariciaban y apretaban.
Continuara…
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