Es un poco extraño narrar mis experiencias, mejor dicho, transcribirlas, a petición de mi esposo, no soy muy dada a esto de escribir, pero es tanto su insistencia que voy a complacerlo, antes que nada es bueno aclarar que la experiencia que voy a narrar fue mi primera experiencia siéndole infiel a mi esposo, claro, bajo su consentimiento, es más, bajo su presión continua de atreverme a explorar esta faceta tan inusual para mí, que no niego, me dio muchísimo miedo, sin embargo fue una experiencia increíble, digamos adictiva, solo deje que se dieran las cosas, que todo siguiera su curso natural, aunque siempre impulsada por el deseo de mi esposo de convertirlo en un cornudo.
Mi nombre es Sara (no es mi verdadero nombre), tengo 39 años, (si es mi verdadera edad), soy morena clara, de 1.67 cm, mantengo mi figura bien conservada, adicta al gimnasio, con seños 36d, bastante jugosos diría mi esposo, y con un trasero bien definido con los ejercicios, larga cabellera negra azabache hasta casi llegar a mis redondos glúteos, asisto todos los días al gimnasio, allí conocí a José (tampoco es su verdadero nombre), mucho más joven que yo, de apenas 21 añitos, blanco, y con un muy buen cuerpo, cultivado a razón de gimnasio y buena alimentación, de ojos claros y cabello castaño claro, muy simpático, y muy educado. Recuerdo el primer día en que llegue al gimnasio con mi esposo para la inscripción, José fue quien me recibió y nos enseñó las instalaciones, y no puedo ahora negar que era difícil apartar mi mirada de sobre él, con esa ropa deportiva que marcaba muy bien su silueta, incluso, hasta el bulto entre sus piernas, que se veía muy tentador. Él era uno de los entrenadores del gimnasio desde hace poco más de un año, joven pero con cierta experiencia en el mundo del fitnes, y sus ojos me engancharon casi que de inmediato, pero siempre conservando la compostura, y más con mi esposo a mi lado.
Tome a José como mi instructor personal, fue muy gentil y muy profesional la manera como me abordaba como su cliente, aunque era algo tedioso tener que compartirlo con más de 10 personas a la vez en el horario en que entrenaba, así que decidí cambiar a un horario mucho más temprano donde había poco si acaso ningún movimiento de clientela en el lugar, y eso fue en horas entre las 9 am y las 11 am, hubieron ocasiones en que nos quedábamos completamente solos entrenando, y de esa manera lo tenía solo para mí.
Mi esposo era quien compraba y escogía mi atuendo deportivo, y siempre optaba por lo más sexy y atrevido, cosa que para nada me disgustaba, a él siempre le agradaba la idea de presumirme, y le encantaba ver como otros hombres me deseaban, por eso compartía mis fotos en grupos de redes sociales para adultos, pero siempre cuidaba que jamás se viera mi rostro, le fascinaba que otros vieran mis desnudez y le dijeran cosas que encendían sus pensamientos lujuriosos sobre mí, incluso, en momentos hasta dedicamos mensajes escritos en mi cuerpo desnudo a mis fans de estos grupos, donde muchos hombres compartían fotos de sus mujeres por igual.
Volviendo a José, pasaron meses en lo que desarrollamos una muy buena amistad, día tras día el vínculo afectivo se fue acrecentando más, ya nuestra relación era un poco más picara, atrevida, de mi parte me mostraba un poco más seductora, me gustaba cuando me veía realizando las rutinas que me encargaba, incluso cuando me ayudaba con las mismas, en especial en el levantamiento de pesas, él se colocaba por detrás de mí para ayudarme a levantar el peso en lo que yo aprovechaba para sentir su paquete en mi trasero, en especial en aquellos días en que estábamos solos, él y yo en el segundo piso del gimnasio, ya el entendía mi lenguaje no verbal, y él con todo gusto al colocar sus brazos por debajo de mis axilas para ayudarme con el peso aprovechaba y recostaba su verga abultada en medio de mis glúteos redondos y jugosos. Chateábamos con mucha frecuencia, y nuestras conversaciones se volvían un poco subidas de tono, me decía como le gustaba verme entrenando, yo le pedía frecuentemente que me grabara con mi celular mientras realizaba las rutinas, pero esto era para exponerle mi humanidad ante sus ojos, la que más sé que ambos disfrutábamos era en la que me recostaba boca abajo en una máquina de piernas exponiéndole una hermosa vista de mis glúteos y mi malla de gimnasio metiéndose entre mis labios vaginales, se por el bulto en su entre piernas que le gustaba mucho.
Fantaseaba amucho con la idea de tener sexo con él en el gimnasio, soñaba despierta él sobre una de las tablas de ejercicios y yo cabalgando ese potro, sintiendo toda esa verga dentro de mí, haciéndome acabar una y otra vez, lo deseaba tanto que incluso mientras cogía con mi esposo lo imaginaba a él dentro de mí, y todo esto era bajo el consentimiento de mi pareja, incluso, me pedía que lo llamara por el nombre de José mientras gemía, eso le excitaba demasiado, cerraba mis ojos y con la verga de mi marido en mi boca imaginaba el sabor de José fluyendo por mi garganta.
Era el mes de diciembre, y ahora el gimnasio estaba mucho más solo que de costumbre, incluso la dueña se había ausentado de vacaciones asumiendo a José en la responsabilidad del local, y llegaron a ver días en que literalmente estábamos solos por mucho tiempo, tiempo el cual aprovechamos para intensificar mas el coqueteo sexual, recuerdo uno de esos días en que me puse mi ropa de gimnasio especial para él, era un enterizo blanco, semitransparente por lo delgada de la tela, yo salía de casa con una larga chaqueta que ocultaba el espectáculo que estaba por darle a José, al llegar, como de costumbre el lugar estaba vacío, así que fui a los casilleros, deje mi bolso, me quite la chaqueta, y lo que vi en el espejo me agrado, vi mi silueta reflejada y preparada para el espectáculo visual que tendría José ese día, la malla se ajustaba perfectamente a mi silueta, ese día no tenía puesto mi sostén de ejercicios por lo que mis pezones era bastante notorios, con un buen escote al frente que dejaba ver a los lados la redondez de mis bustos, tampoco usaba ropa interior, lo que hacía que la malla fuera absorbida por mis jugosos labios vaginales, reflejando una hermosa pezuña de camello que pedía a gritos ser tocada, y ni hablar de cómo mis glúteos absorbían la delicada tela dejando bien definidas sus formas y contornos, así que subí al lugar de las pesas, y ahí estaba él, solo, entrenando sus contorneados brazos en la barra de pesas recostado boca arriba, no disimulo para nada su admiración al verme ahí parada frente a él, me sentí en un banco justo al frente mientras el culminaba su rutina, el me observo una vez más y se recostó en la banca de pesas sobre su espalda con las piernas abiertas dejándome ver su bulto tan ansiado por mí, el cual no niego que me tenía tan excitada que sentía como mi vagina destilaba el flujo vaginal más intenso que de no ser por mi traje blanco sería demasiado notorio, me sentía mojada, excitada, deseosa, me podía imaginar yo en ese momento, aprovechándome de su ardua tarea con las pesas, colocándome de rodillas justo en medio de sus piernas y acariciando su entrepierna para sacar su verga y devorarla por completo. – ¿Lista para entrenar hoy?- fue la frase con la que me saco de mi umbral de sueño húmedo en el que me encontraba. – ¡siempre lista! – le respondí, así me pidió subiera a una de las bicicletas estacionarias para iniciar el calentamiento y el cardio, a lo que diligentemente accedí gustosa, solo que note lo húmeda que estaba cuando al sentarme sobre el asiento vi como este quedaba muy húmedo con mis líquidos vaginales, sentir ese asiento entre mis piernas fue una experiencia muy intensa, José permanecía cerca de mí, en ocasiones detrás de mí alentándome a no parar sino seguir adelante con más intensidad, cuando estaba detrás de mí, levantaba mi trasero para él, dejando a su vista mi torneado trasero, en espera de un gesto atrevido de su parte, que se acercara y al menos me tocara, pero él no se atrevió a hacerlo en ese momento.
De ahí comenzamos las rutinas del día, pasando de una maquina a otro, sudando de tal manera que mis pechos quedaban muy marcados debajo de la tela blanca, y mis pezones casi a reventar como dos lanzas apuntando hacia él, ya el sudor de mi entre pierna se mezclaba con los líquidos vaginales derramados con anterioridad, ya casi para terminar, y un poco desilusionada por la falta de iniciativa de su parte pensaba que algo tenía que hacer, algún pretexto tenía que encontrar para que algo sucediera en ese momento, y en realidad nada se me ocurría, pero como cosas del destino, del azar, de la casualidad, en el momento de casi terminar sin querer coloqué mi mano sobre una de las cadenas de la máquina de pesas dejando mi mano llena de la grasa usaba para las mismas, él al notarlo, me dijo que fuera al baño y el me llevaría jabón para desengrasarme las manos, si lo hubiera planificado quizás no hubiera salido tan bien, y así lo hice, me dijo – ve al baño y espera voy por algo de desengrasante, ten cuidado no manches tu ropa – , – ok, te espero – llegue al baño, y el casi que de inmediato detrás de mí con el jabón, comencé a enjuagar mis manos mientras el vertía el líquido en ellas, y con un toque de sutileza comenzó a ayudarme a lavarme, entrelazando mis manos con las suyas debajo del chorro de agua, su contacto comenzó a excitarme, y de nuevo sentía como mi vulva latía mientras expedía del líquido vaginal, fue muy sensual ese momento, el lavaba dedo a dedo de mis manos, de forma muy delicada, sentir sus manos acariciando mis manos me dejaba un deseo muy marcado en mis pezones ahora a punto de reventar mi braga y dejar expuestos a su vista mi senos redondos y deseosos de él, cerro la llave, tomo una toalla del servicio, y comenzó a secar mis manos, cada uno de los dedos era secados por él, pero no se detuvo ahí, yo deseaba que algo pasara, y estaba pasando, comenzó con la misma toalla a secar el sudor de mi frente, con la misma extrema delicadez que como lo había hecho con mis manos, fue bajando, hasta comenzar a secar mi cuello, con la misma dulzura, mi cuerpo estaba que se desplomaba ante él, pero disfrutaba mucho ese momento por lo que deje que el siguiera adelante.
Del cuello paso hacia mis pechos por la zona del escote, secando cada gota de sudor que se veían entre ese tan demostrativo escote frontal, y fue cuando decidí ser yo quien diera el próximo paso, así que deslice mis brazos entre las mangas de mi braga de ejercicios y dejando al descubierto mis sensuales pechos 36D ante su mirada libidinosa, el comprendió el mensaje y continuo secando ahora por completo mis pecho excitados, dando leves pellizcos a mis muy ardientes pezones, cerré mis ojos para dejarme llevar por la sensación de sus manos acariciando mis pechos hasta que sentí una boca húmeda succionando mi pezones y jugueteando con su lengua, me sentía desmayar, estaba a punto de llegar a un orgasmos solo con su lengua lamiendo y recorriendo ambos pezones, cuando estaba concentrado en uno de ellos con sus manos jugaba con el otro, era una experiencia muy ardiente, yo estaba ahí sola con en el baño de damas, sin nadie más en el gimnasio, recostaba sobre el lavabo, y el disfrutando de mi debilidad, volví a cerrar mis ojos para seguir disfrutando de las sensaciones que me generaba, hasta que de nuevo me sorprendió bajando mis milla por mi cintura, bajándolas a media pierna dejando expuesto mi coño bien depilado y muy humedecido ante sus manos, las cuales fue deslizando hasta llegar a encontrar al entrada a uno de los orificios que tanto le rogaban que fuese invadido por el conquistador de mi entrenador, estaba que no podía más, cuando sentí como uno de sus dedos encontró directo el camino hacia el interior de mi vulva ya hinchada de deseo, y fue cuando sentí su dedo muy dentro de mí, no podía soportarlo más, así que abrí lo más que pude mis piernas tome su mano con la mía y lo anime a que fuera mucho más allá, fue cuando sentí que otro de sus dedos se abría paso en mi caverna húmeda y excitada, y sentir dos dedos de él muy dentro de mí me llevo a que con una de mis manos buscar su entrepierna y acariciar su bien abultada verga, me las ingenie y logre meter mi mano dentro de su pantalon deportivo y quede impresionada con el tamaño de esa verga en mi mano, fuerte como roca, y evidentemente mucho más grande que la de mi esposo, él me ayudo y bajo su pantalón y ropa interior dejando al aire su tan inmensa obra de arte, era gruesa, y grande, con un hermoso glande rosado, que por cada estirada hacia atrás dejaba expuesta para satisfacer mis ojos, pero no pude contenerme más, y ahí mismo, me corrí en su mano, fue un intenso y largo orgasmo, sentía que dejaba sus manos empapadas de mí, mordí mis labios para contener un grito de satisfacción, mi cuerpo temblaba, se estremecía, el continuaba metiendo sus dedos en un vaivén rítmico a la par de mis movimientos de cadera, aún estaba en pleno orgasmo, cuando uno de sus dedos se deslizo hacia mi ano, y sin mediar palabra, sin pedir permiso introdujo uno de ellos profundamente dentro de mi culo deseoso de ese momento, lo que me llevo a no terminar el primer orgasmo cuando ya estaba experimentando el siguiente, a lo que respondió introduciendo mucho más profundo su dedo en mi apretado culo, sencillamente no pude con eso, retire su mano, y caí de rodillas frente a él, y ahí estaba su enorme verga frente a mi rostro. Y como muestra de gratitud tome su verga como el manjar más deseable y lo engullí todo en mi boca, o al menos lo que podía digerir, estaba caliente y rígido, tome su tronco con mis manos masturbándolo mientras lamia sus huevos bien afeitados, los lamia, los chupaba, esta vez el adopto una posición que me permitía lamer su escroto hasta que mi lengua tocaba esa parte donde terminaba sus testículos y comenzaba su ano, de nuevo me concentraba en darla la satisfacción que se merecía, de nuevo engullí toda su verga en mi boca y también por venganza o deseo busque su ano con mis dedos y mientras mamaba su verga sin su permiso jugaba con su ano con mis dedos, de haber tenido algún lubricante los hubiera introducido, el no opuso resistencia, sentía como lo hacía vibrar, de pronto, comencé a sentir que un chorro de su semen fue directo hacia el fondo de mi garganta, que sin dudarlo comencé a tragar, me trague cada gota de su semen, tibio, y suculento, no me detuve hasta dejarlo completamente limpio, disfrutaba sentir su cuerpo estremecerse, hice más presión con mi dedo en su ano sin introducirlo, y sentí que me ahogaba de tanto fluido pasando por mi garganta, pero no deje que ninguna gota fuera desperdiciada, al final, comencé a lamer todo su tronco grueso y procedí con mi lengua a limpiarlo y dejarlo tan limpio como fuera posible.
El me tomo de las manos ayudándome a reincorporarme de pie, me sujeto y abrazo muy pegada a su cuerpo, con un largo y apasionado beso en el que nuestras lenguas se entrelazaban de placer, de seguro él podía sentir en mi boca el dulce néctar de su semen, sentía su abultada verga en mi vientre, y luego el mismo se encargó de subir nuevamente mi malla y yo termine colocando mis brazos entre las mangas para así nuevamente ocultar el cuerpo deseoso de él, pues aun deseaba el todo por el todo, solo que no era el momento, pero me daba por muy bien satisfecha, pero solo por el momento.
Nos compusimos, salimos del baño, para notar la aun soledad del gimnasio, solo el portero y cuidador a la entrada retirada del mismo.
Fue al Locker, busque mis pertenencias, me puse mi chaqueta, me acerque a él, lo bese en los labios y con una frase corta pero muy directa terminé despidiéndome. – Voy por el plato fuerte – a lo que este sonrió, me guiño un ojo y me aleje hacia la salida.
Fue la primera de varias aventuras, pero eso ya es otro cuento.
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